miércoles, mayo 03, 2006

3- El Amor es una forma de relacionarnos con nuestros semejantes que, partiendo de la sensación de placer que produce la disipación o entrega de nuestras energías, busca llegar a establecer un vínculo permanente con que perfeccionar nuestra propia humanidad. He dicho con nuestros semejantes aunque se puede amar la tierra, las cosas, las ideas y fantasías, dotándolas de características humanas, tomándolas como madre o hijo o hacendo de ellas el sueño de unirnos para siempre: nuestro enamorado místico que puede ser Dios o el Arte, la Aventura o la Ciencia. Amar es fluir generosamente de dentro a fuera sin pensar obtener nada a cambio.
Y odiar es lo mismo pero con intención de hacer daño. No es su contrario, sino la otra cara del Amor. En lugar de regalar afectos se reparten desafectos, pero sin buscar retorno alguno, generosamente para hacer daño al otro.
El amor tiene que ser libre, confiado y tolerante. No puede ejercer presión, ni desesperar, ni medrar en los defectos, porque su altruísmo fundacional le da la fuerza para vivir de sí. Mientras que el odio es una fuerza de signo contrario que sólo encuentra satisfacción en la aniquilación del objeto del desafecto, al que querría hacer tanto daño como fuera posible, como si se le hubiera invertido el polo de atracción a un campo magnético.
Eso es lo que me lleva a calificar a ambos como opuestos de una misma fuerza relacional que por su nivel de consciencia unicamente creo posible entre los seres reflexivos. Y como consecuencia de ello califico al AMOR-ODIO como la dimensión puramente humana en la que tendríamos que fijar nuestra atención a la hora de ordenar el equilibrio de la Humanidad. Ambas se han desarrollado a partir del MIEDO, de la necesidad de protección de la criatura por parte de la madre qaue lo parió y la angustia que siente cuando ella no está cedrca. Esa es la cuerda que ata lo animal y lo humano. Ese carácter dual es lo que por otro lado confirma curiosamente la vieja idea cristiana del PERDÓN, que se parecería en cierta medida al NO-HACER oriental: el odio no se puede combatir con odio, porque su signo es igual e incrementa el potencial de dolor, sólo el amor lo aplaca y produce un estado de polarización positivo el cual, sin embargo, no tenemos necesidad de neutralizar, ya que no resulta dañino para la naturaleza. Pero hay que verlo estríctamente como RELACIÓN.
El TRABAJO (la acción de trabajar, no su acumulación en beneficio) es una mezcla de amor y poder. Una fusión de nuestras energías con el medio para que al intercambiar energías se modifique por su resultado tanto el actor como su entorno, lográndose un producto que los enriquezca. Recordemos que la perspectiva sigue siendo relacional, no conceptual, porque los conceptos son una abstracción del pensamiento para justificar una acción. Y su contrario es la acción de destrucción o violencia, en que el poder se mezcla con el odio, por lo que el resultado de esa forma de actuar será de carácter negativo, teniendo como consecuencia un fin inverso. No entro, desde luego en el análisis económico del trabajo, que ya fue explicado hace dos siglos por Adam Smith y Karl Marx en dos versiones del mismo. Por supuesto que se añade valor a la materia prima.
El ENAMORAMIENTO es como un chispazo de la atención (Ortega lo calificaba de "imbecilidad transitoria") debido a las hormonas sexuales que inundan el cerebro de placer al pensar o sentir próximo el objeto amado. Se conecta con el deseo sexual, que es una perentoria atracción copuladora a veces mistificada por un mecanismo de encubrimiento del objeto. Y puede llegar a transformarse en amor con el tiempo si la relación desarrolla una estabilidad más allá del deseo, pero tiene como fin más o menos inmediato el propio placer con la descarga sexual de la excitación.
Por eso se puede copular con quien se odia, además de con quien se ama. Se trata entonces de hacer daño físico y psíquico, de violar la libertad de elección sexual para poducir una intensa humillación que duela poderosamente a la persona a quien se odia. Como ocurre en las guerras interétnicas en las que el sadismo sexual mas que la satisfacción personal pretende torturar al enemigo en la persona real para desde ahí mostrar el odio brutal al imaginario cultural del otro.
Los verbos Amar y Odiar son de una transitividad absoluta pero los complejos seres humanos tienden a confundir los enamoramientos y rencores con los sentimientos profundos del Amor y el Odio porque no comprenden bien la mezcla de instintos sexuales, territoriales y el miedo que son precursores de la relación de Poder. El Amor se aprende en la primigenia relación madre-hijo/a; o no. Y se trastorna cuando la impotencia para alcanzar satisfacción se frustra y convierte lo que era amor en odio, desencadenando terribles pasiones. Pero hay algo aún más grave que es la falta de esa relación primigenia que lleva a la incapacidad emocional, a la asociabilidad criminal que al no existir empatía hace que los sujetos afectados sean capaces de cualquier cosa sin sentir el daño que producen.

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Soy fotógrafo de prensa en MADRID y además me gusta escribir. Tengo ya 60 años. Y opino que si no hubiera ni religiones con dioses ni ideologías totalitarias el mundo iría mucho mejor. No creo en la propiedad porque entré sin nada y así me iré de este mundo. Pero sonrío siempre que puedo a la gente (lo que produce efectos de todo tipo: unos se mosquean y otros me la devuelven). El cambio revolucionario lo están produciendo las mujeres al incorporarse a los usos del poder, así que espero que la sociedad vaya mejorando sin violencia y que el mundo detenga la locura de las guerras y los fanatismos para que algún día nuestros nietos vivan mejor. Mi otro Blog ¿POR QUÉ? es aún más descarado.