lunes, octubre 15, 2012

Escrito hace algún tiempo lo reedito para quien lo quiera leer...


MADRID NO EXISTE (cap.1)
La ciudad no existe. Pero su sombra azul se despereza y alarga las arácnidas patitas quejándose de dolor de cabeza, ojos legañosos y aceras aún sucias de sangre y vómito del fin de semana. Tres o cuatro mujeres murieron de asesinato natural, pinchadas en el vientre treinta veces, quemadas con ácido y gasolina, atropelladas, vapuleadas a golpes de puño y bota por sus maridos amantes, sus amantes novios o sus ex-amados novios, esposos o amantes que encontraron más fácil desahogar su bilis rabiosa de arrogantes machitos heridos en el cuerpo que habían profanado mil veces, mintiendo "te quieros" y hendido con su podrido pico de vitriólico esperma, sudorosos, borrachos, quizás incluso cariñosos un día de cumpleaños, o aquel lejano instante en que juraban "eterno amor". Mucho más fácil ahogar el propio miedo, la impotencia y el desvalimiento emocional en sangre y fuego de la otra, de aquella tan tierna que reía, la muy traidora seguro que se reía de mi y no conmigo, cuando le dije que sería "mi reina siempre, sólo mía y de nadie más", mientras ella asentía con aquella dulzura, seguro que impostada, ... la muy... seguro que me era infiel... y eso se paga con la vida". Mucho más fácil es hendir el hacha en su cráneo como un sexo brutal, "eso les gusta a ellas ... que las fuercen, las posean con violencia, las tomen por detrás y las rompan, haciéndoles gozar aunque se quejen."
Muchísimo más fácil demostrar quien es el amo, el patrón de la casa, por más que en familia digan que es ella, la jefa del hogar, mirándola con furia, apretando los dientes y llamarle cariñosamente "puta" al oído, al follarla, para que sepa que el hombre, el macho, el bruto más civilizado es capaz de disimular cada día ante el resto del mundo un amor invisible, siendo de hecho y de derecho, lo digan o no las malditas leyes modernas, quien ordena y manda, señor y dador de vida... o muerte. Antes de que me deje, antes siquiera de que lo piense o lo sueñe, lo consulte a sus amigas o a un"asesor legal" de cualquier tipo, un maricón o una bollera que le aconsejen dejarlo. Antes de que dude, la mato. Es mi mujer. Mía y de nadie más. No estará libre nunca más para hacer lo que quiera, para irse con otros. ¡No! Nunca nadie meterá su sucia polla donde estuvo la mía, a no ser que sea en una maldita puta. Y yo no tengo por pareja a una zorra. Si ella quiere serlo, si quiere irse de mi, escapar de mis brazos, dejarse joder por otros, no puede vivir ni un día más. El amor es eterno y hoy es el día del juicio final. Su castigo, la destrucción total. No hay perdón, ni olvido. Porque me ha humillado con solo pensar que podría escapar de mi poder absoluto, que podría llevarse a mis hijos con otro tío que se hiciera pasar por su padre. ¡Mis hijos! Habrán de morir también para que sepan que su padre los quiere tanto que no los dejará vivir en este mundo con una puta y un cabrón, haciéndose pasar por su falso padre. Antes muertos que descastados. La arrojaré por la ventana, la destazaré y luego, si hace falta, me mato yo también.
Mucho más fácil que pedir perdón, que olvidarse del fracaso natural del amor romántico, que tragarse los embustes de la Iglesia y de todas esas tradiciones que cuentan que "vivieron felices y comieron perdices hasta el resto de sus días" Mucho más fácil que decir "lo siento, creo que nos equivocamos, que fue un error lo nuestro y aún podemos enmendar lo hecho y reanudar nuestras vidas en otro punto, para ver si la próxima vez tenemos más suerte, o cuando menos no hacemos sufrir a nadie."
La ciudad no existe si no es como un lío de relaciones violentas, de humillaciones y condescendencias para evitar ser víctimas del poder execrable de ellos, los de siempre, ya se sabe, aquellos que mandan por las buenas o por las malas, los que se erigen en presuntos líderes del honor y se pretenden héroes con capacidad de martirio para los otros. Esos que matan a un extranjero por que no les cae bien su color o su acento, lo dejan parapléjico o lo queman vivo, quienes están en posesión de la verdad absoluta y del privilegio de los valores supremos: Dios, la Patria y la Raza. Tres entelequias que les suenan bien porque las aprendieron de niños en la familia, la escuela y la iglesia y a base de humillaciones, que ellos llaman disciplina y severa obediencia, temor de dios y orgullo de ser lo que son, sea lo que sean, han hecho crecer con himnos y consignas guerreras hasta el punto de ebullición, ese en que crece la emoción con adrenalina y se ciegan los pensamientos racionales, el límite de catástrofe en que un animal ataca o huye, pero que al punto de racionalización cruenta no se permite escapar y pone todo su embite en la punta del puñal o la garrota.
Los he visto tantas veces, incluso yo mismo he sentido ese arrebato a veces y tenido que controlarlo, si no es que he optado por la huida. Pero un valiente no huye, muere en la lucha o vence. Es decir, cuando toda razón es vana, se convierte en un asesino, se aboca al precipicio absurdo en que no hay paso atrás. Y una vez que se mata... ¿podrá mirarse en un espejo y reconocerse humano?. Aunque quizás no le importe. Tal vez nunca se arrepienta.
Pero, en esa existencia de calles apagadas que van despertando en un amanecer de tontos en automóvil, de voces gritonas en altavoces de radio y malas noticias en todos los informativos, de madres cansadas que despiertan a sus niños para ir a la escuela y padres cabreados porque han de lidiar un día más con la vida, tan aburrida y dura en el tajo o el despacho, los trenes llevan sardinas y los autobuses caballas, el río metálico de cláxones tartamudea entre luces verdes y rojas y las fuentes de las plazas escupen chorros de envidia para asustar a los pájaros negruzcos y las palomas cojas.
No obstante, entre toda esa mugre vocinglera y cutre, en el marasmo de anécdotas sutiles, allá donde se cruzan lo caminos de la gente y se producen frases categóricas o negocios minúsculos hasta la hora en que abran los bancos y las bolsas que manejan el cotarro verdadero, siempre hay una risa inaprehensible, un sueño lúcido pero improbable, una frase amable, aunque sea falsa, un gesto cortés de una antigualla que cree aún en las palabras.
Todo lo demás son en realidad recursos del poder, miedos convertidos en retóricas, voces del sistema que maquina siempre con mecanismos de intercambio ficticio, con imágenes falsas en las que los pobres ven reflejado su candor o su malicia y los que están detrás del azogue plateado y transparente un tobogán de pasta, una montaña rusa sin final donde el pánico controlado extrae vuelta tras vuelta los cuartos y las vidas de quienes llevados por el subidón adrenalínico del día a día, al extasiarse de su autosatisfacción imaginaria, producen en el mercado un flujo goteante de sus entrañas que rellena a cada instante el inmenso embalse azul de las cuentas corrientes de sus amos, los que gobiernan este sinsentido social, esta cochambrosa ruina de civilización mediocre en sus principios y cruel en sus métodos de progreso, que está cada vez más cerca del caos, pero que se cree, por la ilusión falaz que promueven las comunicaciones protocolarias, capaz de llegar desde el infierno hasta la nada, ese lugar de paz en que descansan tranquilos los políticos y los banqueros.

MADRID NO EXISTE (sigue de una entrada anterior, cap.1)
La inexistente capital del reino manchego tiene un burgomaestre arrogante y culto que sueña con ser presidente de un gobierno conservador-progresista (¡) por encima del deseo de sus socios. Tienen también una gobernadora, hermastra suya, que le envidia la elegancia del gesto y lo combate con intervenciones populacheras, como arrojarse a los brazos de los súbditos del reino prometiendo imposibles que los hacen felices y endigándole un puyazo en el costado a su hermanito cada vez que puede, o que aquel abre la boca y dice "YO".
La gobernanta es una hortera de cuidado, inconsciente de que en su lenguaraz discurso cotidiano mete la pata con frecuencia y no atina en los vocablos con tal de regalar los oídos de jubilados o besar carrillos de mocosos, mientras se deja besuquear por marujas preagradecidas que le gritan "¡guapa!". Acostumbra a vestirse de trapillo por un equivocado gusto populista y porque de mostrar sus galas de postín no podría destacar ni en los rastrillos de cotorras peleteras ni en los procaces actos partidarios. Pero tiene un punto interesante como "barbie" mil disfraces: siempre que puede se viste de otra cosa, como si una piel camaleónica prestada la pudiera asimilar de golpe a ella y su gobierno al grupo humano de bomberos, sanitarios, futbolistas, ciclistas, telegrafistas o frailes benedictinos, le da igual aunque no engañará nunca a las fotos con su sonrisa de pose y sus pulgares señalando su nombre escrito en la espalda, pues su afán es aparecer en las pantallas en calidad de miembro dirigente y ejemplar de cualquier cofradía del lugar. Tal vez, porque ella no tiene estrategia política en la cabeza mas que a través de una idea conductora con la que sublima realidades: algún día será la primera presidenta de gobierno del país, como lideresa carismática de los negocios de la derecha.
El burgomaestre, sin embargo, trata de ser sutil en su lenguaje de respuesta a la hiriente y fraternal gobernadora, prefiere postularse para todo y frente a todos a través de sus obras públicas, convirtiendo la ciudad en campo faraónico de proyectos inacabables con un horizonte olímpico en su esférico deambular, evitando mezclarse con el vociferante populacho al que gobierna sin ten er compasión por las víctimas urbnas que va dejando en cada cambio de aceras, árboles talados y zonas cero para construcciones monstruosas. Su estrategia es "por mis obras me conocereis, ciudadanos, cambiaré todo en apariencia para que nada cambie" en la sistemática destrucción de la imagen de ciudad que la memoria deja gris y adoquinada, ahíta del frío con abrigo de paño y la navidad de pavos y Chenchos.
Claro que ambos cuentan como cómplices de sus desfachateces oligocéntricas con la inestimable colaboración de una incapaz e inoperante oposición política que estuvo demostrando su impotencia paradigmática como las liebres de Esopo, dirimiendo "si galgos o podencos" mientras la subterránea corrupción y la infamante disputa por el cargo de ser nadie los abocaba a su papel de derrota en derrota. Y mientras otros se iban de "guateque" ellos cambia que te cambia candidatos sin carisma.
No es que del gremio de los públicos ciudadanos dedicados al gobierno o su resto, llamados políticos pudiera esperarse mucho más en la ciudad inexistente de La Mancha, donde aquellos vicios públicos no fueron nunca virtudes privadas y el tomate había de acabar espachurrado. Pero es que la ideología conservadora de la pragmática lideresa populista está cargada de oportunismo político pues, en realidad, lo único que le importa a ella y sus escuderos, tan dada como está a entregarse a los aplausos y parabienes de sus seguidores con promesas incumplibles, es el poder en sí mismo. Su predilección por el mal gusto en el vestir y sus humorísticas salidas de tono para justificar los agujeros de su programa no son otra cosa que el envoltorio de un soterrado corte fascistoide tipico de la derechona hispánica, con sus principios celtibéricos que recuerdan caudillos "porque entonces se vivía muy bien" o porque "sentaron las bases para el bienestar actual" (a esos, que estaban persiguiendo rojos no es raro que una dictadura les pareciera lo mejor), donde lo importante es ganar a sus oponentes con las armas que sean: si puede ser con la razón que le conviene en el pronto futuro de una inmediatez política, pero si no tirará de corruptelas secretas y amaños tránsfugas sin que le duelan prendas, puesto que todo se justifica en el clímax de su pirámide en poder ejercer su voluntad político-moral sobre las cenizas del enemigo. Y aunque la hipocresía de doble rasero mire casi siempre hacia afuera y no se le pasaría por la cabeza autocriticarse por mas que los hechos dieran razón de sus errores. Todo lo más, reconocer en privado un fallo de juicio sobre el que pasará por encima de inmediato sin dar lugar a la reflexión y mucho menos a rectificar en consecuencia por la terca realidad de sus meteduras de intuitiva pata.
En esta ciudad que no piensa, que crece y crece sin parar con el trabajo de los pobres y el beneficio de los ricos, con las obsesiones del poder y los fracasos de la justicia, donde mueren indigentes en la calle y mujeres apaleadas en los hogares, que se llena de luces navideñas que cuestan más a los ciudadanos que los programas de ayuda a los sin techo porque lo importante son los negocios, el comercio y las obras públicas para que el consumo desbocado no se pare nunca y los que mueran lo hagan de camino a un banco donde pagar hipotecas o a una tienda en la que comprar ilusiones que se frustraran al poco, donde las huelgas han de hacerse en plan salvaje y perjudicando más a los ciudadanos que a los patronos porque es la única manera de que les hagan caso, donde los pisos han alcanzado el valor de las joyas de la corona pero los sueldos siguen estando por debajo de los gastos mínimos para la mayoría de familias, en esta ciudad paleta y gris de funcionarios y manifestaciones en la que todo el mundo es bien recibido si tiene algo que gastar pero se echa a los que viven en zonas de próxima explotación inmobiliaria, de especulación y negocios turbios, hay muchas buenas gentes capaces de entregarse a los demás y la amabilidad todavía es paradigma de sus habitantes. Ahí es donde se puede decir que la ciudad no existe porque son sus vecinos quienes uno a uno hacen posible cada día y cada noche el milagro de la relación humana, a pesar de la política. Aquí nos ha tocado vivir y buscar entre la gente sonrisas y gestos sinceros, o al menos la satisfacción de que hacemos nuestro trabajo lo mejor posible.

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Madrid, Madrid, Spain
Soy fotógrafo de prensa en MADRID y además me gusta escribir. Tengo ya 60 años. Y opino que si no hubiera ni religiones con dioses ni ideologías totalitarias el mundo iría mucho mejor. No creo en la propiedad porque entré sin nada y así me iré de este mundo. Pero sonrío siempre que puedo a la gente (lo que produce efectos de todo tipo: unos se mosquean y otros me la devuelven). El cambio revolucionario lo están produciendo las mujeres al incorporarse a los usos del poder, así que espero que la sociedad vaya mejorando sin violencia y que el mundo detenga la locura de las guerras y los fanatismos para que algún día nuestros nietos vivan mejor. Mi otro Blog ¿POR QUÉ? es aún más descarado.