martes, julio 08, 2008

Otros pocos capítulos más de mi libro inédito "69 Reflexiones"


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-Las drogas igual que el sexo, representan el placer gratuito, aquel que cualquiera podría disfrutar directamente, como el alimento la tierra el agua o la luz del sol. Estaban allí en la naturaleza y los animales hacían uso de ellas de forma natural. Para los pre-humanos debieron de ser algo muy especial con lo que alcanzar estados alterados de conciencia en los que el sueño se confundía con la realidad y se veía la posibilidad de dialogar con lo extraño, con esas fuerzas indescriptibles que podían dar algún sentido a la sucesión de acontecimientos con los que se enfrentaban sin entender sus porqués. Les debieron servir para organizar los primeros mitos y a través de ellos las formas sagradas con las que conectar los territorios mágicos y establecer sus ritos culturales. Lo malo es cuando las ha tomado el espíritu apisonador y fetichista de la sociedad de consumo y las ha introducido por la puerta de atrás, lo mismo que las relaciones sexuales, en el mercado para obtener beneficio de ello, se han trivializado, convertido en sombra de sí mismas, transformando su poder evocador en mística de fin de semana y su misterio en peligro de muerte. A partir de ahí sólo funcionan en el nivel de lo no permisible pero negociable. Como las armas (primera tecnología humana), que una vez fueron útiles de caza, y ahora mercado de muerte; y el sexo, que además de para reproducirse era una fiesta de los sentidos, embadurnada ahora con el pecado que lo convierte en herramienta para controlar las mentes infantiles y negar el placer, el uso de las drogas tiene que liberarse de la carga de prohibiciones y estar ahí disponibles tanto para curar como para proporcionar otras clases de felicidad a los hombres. No se trata de legalizarlas, sino de no prohibirlas, dejándonos a las personas la responsabilidad por su uso, pues su peligro es muy inferior al de todas las tecnologías permitidas.

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Creo que la única obra de arte ya posible, en la era actual, llegados ya definitivamente a la copia de la copia, donde el barroquismo sirve como justificación de la pérdida de imaginación en todos los terrenos al haberse mercantilizado no sólo el arte, sino hasta los aspectos marginales del mismo como sus técnicas y la reproducción para el consumo, el propio artista como parte de su creación-fetiche, etc.; sería hacer un montón enorme en un lugar público, frente a un museo importante, con trozos de esculturas clásicas de todas las épocas, reproducciones de cuadros y libros de arte y vídeos, rociarlo todo con pintura inflamable y petróleo y pegarlo fuego en medio de una fiesta a la que asistieran invitados los críticos y directores de instituciones del arte. Sería una forma de destruir estéticamente la imagen del arte (no el arte en sí, ya que no tenemos derecho a fastidiar la herencia de las generaciones anteriores) apelando a reconstruir el sentido estético desde una nueva perspectiva, unas bases futuribles de acción estética que rompan no con el pasado sino con su mentira: toda manifestación artística desde la Venus de Milo en escayola al Apocalipsis Now en vídeo, desde los planos de una catedral en realidad virtual a la música de John Lennon tocada por Luis Cobos, ardiendo en su forma bastarda de pretendida copia de sí mismo, para mostrar su vulnerabilidad estética y la absurdez paradigmática, su ingenuidad al pensar capaz de influir éticamente y la inútil vanidad del mismo artista. Sería una acción pseudorevolucionaria, una copia de lo que quiere mostrar, porque estarían presentes los mismos medios de comunicación y los apóstoles de las "verdades estéticas", así como las fotografías de muchos artistas famosos.

Y es ridículo concluir por ello que "el arte ha muerto", en todo caso habría que pensar que ha sufrido un intento de asesinato por parte de los mercaderes, pero no goza de buena salud aunque haya más artistas que nunca. El problema es a quién sirven esos artistas su arte: a los que organizan multitudinarias exposiciones de gentes que se tragan lo mismo a Velázquez que a Miró sin entender ni a uno ni a otro; a los que, cómo la CIA promocionan el abstracto para combatir ideológicamente (¡) al comunismo, y viven del parasitismo de la creación, lanzando o denigrando a los artistas que no se someten por las buenas o por las malas a los criterios imperantes, para lo cual hacen y rehacen catálogos y enciclopedias oficiales; a los "vacíos estéticos" que elucubran para sacar cada temporada una colección para exponer lo mismo que hacen los modistos, porque "renovarse o morir" y copian o regurgitan ideas que les mantengan en candelero; a... en definitiva el arte no puede verse atado a nada, por eso me encanta ver las ridículas polémicas para "reconstruir" el Liceo barcelonés o la Fenice veneciana, ¡valiente tontería tratar de reconstruir el arte sin cargarse precisamente lo que tiene de artístico, que es lo nuevo y chocante a su época!.

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Habría que reescribir los diez mandamientos, pero esta vez con una perspectiva mucho más humana: ética laica, útil al conjunto de la Humanidad, o mejor dicho simplemente respeto. Donde la fraternidad sustituyera a la coacción divina (paterna) y el amor a lo trascendente se basase en el universo que habitamos, el mundo y nuestros acompañantes en todas sus formas de existencia, inclusive aquellas que no somos capaces de comprender como vitales, pero lo cual quizá se deba simplemente a que no hemos descubierto aún sus códigos que serían la manera de comunicarnos, es decir, de entender una realidad que difiere de la nuestra, tanto como mirando a la inversa. Porque nos hemos acostumbrado a ver sólo lo que estamos acostumbrados a ver, y la naturaleza nos sorprende continuamente.

En realidad, el primer paso ya está dado, aunque sea difícil hacerlo cumplir; se trata de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que casi todos los Estados han firmado y ninguno respeta en su totalidad, como viene denunciando sistemáticamente Amnistía Internacional (o Human Rigths Watchs), puesto que precisamente los estados se inventaron para usar del poder en beneficio de quienes lo detentan y no para defender a los que lo sufren. Pero esa lista es un buen comienzo de compromiso, a lo que no estaría nada mal añadir los Acuerdos de Río, El Cairo y Pekín entre otros. Así, cada "mandamiento" o "derecho" (es importante dotarlos de un carácter bifocal) tendría que ser simplemente un palabra: AFECTO, RESPETO, RESPONSABILIDAD, DIGNIDAD, COOPERACIÓN, ESTÍMULO, CREATIVIDAD, etc., claro que eso es sólo un principio, porque lo natural sería que no precisásemos de leyes ni morales para comportarnos.

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Y, aunque ya sé que se les ha ocurrido antes a otros buscar una cierta sencillez en nuestro orden, me gustaría definir brevemente lo ético y lo estético como dos actitudes humanas basadas en la duda. En el primer caso, de carácter interior y legal, un compromiso de actuar conforme a un código de comportamientos que se corresponda con lo mítico, aquello que caracteriza a una sociedad y la hace diferente de sus vecinas, que constituye su sistema implícito de valores a seguir por todos y cada uno de sus individuos. Lo que en las viejas sociedades se consideraba emanado de un dios, siendo en realidad aquellos atributos que por considerarse más altos pretendían dotar a esas culturas de una ascendencia maravillosa. Y que en las sociedades modernas se ha convertido en Ley y Orden para mantener la jerarquía dominante.

En el segundo, creo que se participa más del placer que de la realidad. La estética es el juego de inventar constantemente lo que no está en el mundo, para dominar las fuerzas intangibles que sentimos que mueven la existencia. Es el atrevimiento infantil desde la perspectiva del adulto, que impacta en los demás por lo que tiene de nuevo. Se constituye a partir de lo ritualizado, la vuelta a un tiempo sagrado en que las formas armonizaban en un espacio también virtual y por ello se entienden perfectas; y eso deviene en cada actualización, una vez admitida socialmente claro, en la forma de las referencias artísticas características de esa cultura. Por eso cada época y civilización tiene su arte; y la admiración que supone a las generaciones posteriores suele ser consecuencia del reconocimiento de los avances imaginativos que expresó. Pero, por eso mismo, resulta con frecuencia incomprensible para sus coetáneos. Es tan sólo un juego, y el artista se divierte creando, disfruta incluso de los problemas que se plantea y que le impone el sufrimiento de descubrir las soluciones adecuadas. La mitificación actual del arte tiene que ver más con el comercio que con la realidad del artista. Como la mitificación de los principios éticos tiene mucho más que ver con los legisladores, que se pretenden dioses al aplicar sus formas por encima del fondo que las dio lugar (y el ejemplo más claro son los abogados americanos capaces de obtener valor de la podredumbre moral), que con los filósofos que buscan casi artísticamente los nuevos valores por venir. Por eso, se quiere destruir a la filosofía (¡vano intento!, pues sería como eliminar al hombre) en la educación para que deje de importunar a los leguleyos, lo mismo que los mercaderes del arte disfrutan encadenando a los artistas al dinero para destruir el propio arte, cuyas manifestaciones de vanguardia les desbordarían porque no las podrían comprender ni manejar. E igual que los propietarios han conseguido destruir el valor de las cosas a base de aumentar su beneficio una y otra vez.

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Es curioso que para poder estudiar la inmensidad, desproporcionada a nuestro tamaño, que es el Universo y sus galaxias, el hombre tenga la necesidad de acudir a la población de diminutos átomos en su seno. Que sea la composición de las más ínfimas partes de materia y la correspondiente energía que se genera y da lugar al reciclaje mutuo de ambas, lo que interesa para poder entender en donde estamos y de qué procedemos. Pero debe hacerlo así; sólo al unir lo inmenso y lo ínfimo se puede comprender donde estamos.

Los primeros instantes de existencia universal, eso que llamamos Big Bang (el Gran Desparrame), se tratan de reconstruir para comprender los diferentes estados por los que pasó el barro de que estamos compuestos y el soplo vital que nos llevó a poder planteárnoslo ahora. E igualmente ocurre en el nivel macroscópico de nuestro organismo: Son la información genética y la transmisión de la información básica por nuestro cuerpo lo que puede permitirnos comprender qué somos: los diferentes niveles de conciencia existentes en cada sistema cibernético demuestran una eficacia natural en su coordinado estado de autonomías biológicas, y una gran capacidad de decisión propia a la hora de abordar los problemas específicos y ponerlos en relación con el conjunto del ser que es una persona -o cualquier animal, vegetal u organismo complejo-. Porque todos los seres son parte del sistema y lo físico no es mas que un estado cuántico de lo espiritual (aunque no me gusta nada esta palabra por su carga religiosa), al igual que la masa no es otra cosa que un determinado estado de la energía.

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La mente es un nivel superior de articulación y respuesta a disposición del complicadísimo sistema de sistemas en que se convirtió el protohumano. Casi todos los seres anteriores ya eran sociales, por lo que no es esto una característica propiamente humana, muchos utilizan mecanismos o medios interpuestos (como herramientas y rituales) para adaptarse mejor al medio natural, e incluso llegan a modificarlo con sus acciones para sobrevivir -de ello los etólogos y también los botánicos seguro que nos podrían dar un millón de ejemplos-, lo que distingue a los humanos del resto del reino natural es su reflexividad que le ha permitido construir un lenguaje más dúctil con que comprehender el medio que le rodea, y sobre todo le dota de una capacidad de prueba convertida en sistemática a partir de otros animales superiores y que es el juego. Somos seres creadores impredecibles. Si hemos llegado a descubrir, tras cuarenta o cincuenta siglos de "darle vueltas al ovillo de lo desconocido" algo tan sorprendente como son la mecánica cuántica, la teoría de la relatividad y la complejidad holográfica de tantas topografías materiales e inmateriales, es porque todas las posibilidades se nos han presentado como probables e igualmente indeterminables; y, sin embargo, hemos seguido dándole vueltas al tema del ser hasta producir una influencia perversa en las mismas condiciones de nuestra vida. Ahora sabemos que el espacio-tiempo que habitamos es una realidad extraña y mutable, e incluso pensamos que podría modificarse con nuestra propia intervención, porque de hecho no se trata de una realidad absoluta sino que depende de las condiciones que la generaron, como pueda ser la luz, que es lo que también ha producido nuestra vida. Si volvemos a mirar un fotón, en su indeterminable presencia cuántica, nos encontramos con el secreto mejor guardado por el Universo, aquel que esconde todas las leyes sagradas y científicas -que al fin y al cabo son dos formas de adorar lo mismo-, la antepenúltima caja china, que seguramente oculta otra colección más diminuta aún de cajitas. Los misterios de lo que consideramos "normal", "extraño", "paranormal" o "absurdo" se hallan en alguno de los rincones de cada cajita, las dimensiones de las mismas sólo se nos revelan al abrirlas, aunque los filósofos especulan sabiamente acerca del contenido metafísico de las próximas. Los científicos las abren y cuentan lo que ven, que no siempre es todo lo que hay, e incluso puede ser una falsa imagen de ello; después los políticos las utilizan a su antojo y los mercaderes ponen en el mercado aquellos aspectos que consideran más "comercializables"; los artistas se imaginan qué puede haber allá o interpretan lo más vanguardista, y los comerciantes siguen vendiendo reproducciones de las reproducciones especulares encontradas por científicos y artistas, lo que llaman avances científicos y decoración a la moda, subproductos de lo nuevo.

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No somos tan distintos a un termitero o a un arrecife de coral en la eficacia de la adaptación, si no fuera por la capacidad para operar continuos cambios en las posibilidades ofrecidas. Es como si tuviésemos más opciones debido a nuestra mayor complejidad, y probáramos con ellas a una rapidez que las modifica, multiplicando logarítmicamente las respuestas convertidas en nuevas preguntas.

Lo que es imprescindible para nuestra adaptación pues, como dice M. Serres a propósito de los bosques de monocultivo son ideales para la propagación del fuego, y "sólo la diversidad, el uso múltiple y reticulado del espacio evita el estrago de las llamas: la invasión del lugar por y para una sola forma de vida acaba matándola."

Nuestro sistema nervioso parece recurrir a lo analógico y a lo digital ante cada estímulo electroquímico, que es en lo que se descomponen nuclearmente los interrogantes, pero es lo segundo lo que impone su ley: SI o NO. De ahí nuestra perplejidad ante lo confuso. Lo cuántico define ambas posibilidades, pero se manifiesta o no lo hace, para nuestra sorpresa, es o no es real, es o no es posible, es o no es imaginable; en definitiva, estar puede ser una forma de ser, pero el No-ser también existe como ausencia, e interfiere la realidad desde el otro lado al crear el vacío que succiona osmóticamente nuestro deseo. Es una forma de decir que "no soy nada sin tu amor, aunque éste sea imposible."

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En realidad, si llegamos a la conclusión de que somos un sistema muy complejo de los muchos que existen en la naturaleza, y que por ello la Tierra es un sistema aún más complejo, en la medida que nos contiene a nosotros y a nuestras sociedades, además de a los demás seres terráqueos, tendríamos que empezar a pensar que quizás exista una forma de conciencia que nosotros no comprendemos cabalmente y que sirve para regular el funcionamiento del individuo casiesférico en el que parasitamos y que últimamente nos ha dado por someter a crueles castigos sin querernos percatar de las molestias que podemos estarle ocasionando. Como no comprendemos su inteligencia, aunque nos hagamos cargo de aspectos parciales al verle regular sus vueltas alrededor del sol que le da calor y vida por medio de cambios climáticos y mecanismos que equilibren su temperatura interna y externa a través de la geotérmica y los corrimientos de placas y todo lo demás, pretendemos ser más "listos" en nuestro ego(antropocentr)ismo y abusamos de su permisividad. No sé si la madre Tierra (la Pachamama que decían los incas) piensa en la forma que lo hacen sus pequeños habitantes bípedos vestidos, pero nadie puede negar que actúa como si así fuere y es muy probable que las más de dos mil bombas atómicas (la estadística media es de dos bombas diarias de la potencia de la de Hiroshima desde hace 50 años) estén fastidiando mucho más que todo lo sufrido desde que fuera impactada por aquel célebre aerolito que ocasionó la desaparición de la mayoría de habitantes terrestres de gran tamaño, extinguiendo especialmente los dinosaurios, una opción evolutiva de desarrollo de formas de vida superior anterior a nosotros. La gran burbuja de gases donde desarrolla la vida nuestro anfitrión (la Tierra) es físicamente muy vulnerable y ese enorme ser que parasitamos podría morir o desprenderse sin mas de nosotros.

A lo mejor, lo que nosotros entendemos como fuerzas gravitatorias universales, son la forma de decirse "te quiero" de unos seres a los que nuestra pobre inteligencia no llega aún a comprender, y que contienen relaciones de existencia mucho más antiguas y durables de lo que nuestra insignificancia es capaz de imaginar aún. Pudiera ser que nuestras sofisticadísimas naves espaciales, correteando por el núcleo familiar del sistema solar, sean sólo mosquitos yendo del culo de la vaca a su morro, sin saber que toda esa masa peluda blanquinegra es un sólo ser; o que un agujero negro, incluso el mismo Big Bang fuese sólo el pedo, ni siquiera un trozo de mierda, de un sistema en que somos menos que bacterias.

Lo que quiero decir es que más nos vale poner un poco de orden en casa sin perder de vista que la basura que arrojamos por la ventana está cayendo en nuestro patio.

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Las 4 fases de una mala noticia; incredulidad, rabia, depresión y aceptación tienen su paralelo en muchos niveles de la vida, como por ejemplo en el arte, que, si es de vanguardia realmente, produce primero sorpresa, después rechazo, más tarde indiferencia y por último es aceptado por el público y utilizado en la decoración.

También se corresponde en cierta medida con las llamadas virtudes cardinales: prudencia, templanza, fortaleza y justicia, aunque en este caso se invierte a positivo el contenido de las 4 fases.

El condicionamiento infantil a la respuesta ante el Otro, conduce a que mucha gente, culturas enteras a veces, se detenga paralizado en una fase y no sea capaz de progresar a la siguiente: se vuelven locos al no aceptar la realidad, atacan violentamente para defenderse de lo extraño. Se autocastigan con intención suicida al no superar la fase depresiva, o bien, llegan a asumir maduramente y se preparan para lo que acontezca, sea la muerte propia o la pérdida del amor. En lo positivo ocurre igual, pero tras la sorpresa viene el entusiasmo, luego la alegre serenidad y por fin también la aceptación, que es cuando realmente se disfruta de la vida.

Son, así mismo, las fases de que consta un proceso de enfermedad, incluyendo en ello a las mentales como la ludopatía.

¿Tiene que ver con la composición atómica: pares nucleón y fermión, formados por pares de quarks y leptones, etc.? y todo el sistema físico de fuerzas/partículas desencadenado en la asimetría inicial.

También podríamos compararlo con los elementos : Fuego, aire, agua y tierra que según Aristóteles constituía todo lo existente. Y con los sabores: Ácido, salado, amargo y dulce; las estaciones, los puntos cardinales y otras tétradas naturales, que se corresponden con las 4 etapas de la vida: infancia, juventud, madurez y senectud; y con las del ciclo que siguen los sistemas históricos en su desarrollo: surgimiento, desarrollo, consolidación y barroquismo mortal (esta es, por cierto, la del capitalismo actual en que conviven como en un retablo dorado y pomposo todas las variedades).

Además en la sociedad que vivimos se condiciona a los sexos de diferente forma: los hombres tienen que tomar la iniciativa de la agresividad, con sus excesos violentos; las mujeres tienen que aceptar sumisamente lo que les venga, por eso su autoestima es mucho más baja ya que se les humilla más desde niñas y se las convierte en depresivas o histéricas, mientras se prima el orgullo masculino ("los hombres no lloran", "eso es cosa de nenas", "se un hombre y lucha", etc.). La psique se neurotiza así y responde con mecanismos proyectivos o histéricos, somatizando a veces los momentos en el propio cuerpo físico; mientras que las psicosis son la forma de negar la realidad, pero sólo quien llega a aceptar ésta finalmente puede cambiar su vida.

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Y qué les parece la idea de que dentro del organismo complejo que habitamos, la Tierra, haya cuatro grandes reinos y no tres: mineral, vegetal, animal e ideal, cada uno producido por un nivel de orden o inteligencia en su crecimiento del que el siguiente es un salto cualitativo a escala superior de organización. De todos formamos parte, pues contenemos partes del primero, de hecho estamos formados en un 90 % de agua y otros minerales, tenemos plantas, bacterias y el metabolismo distinto como seres, pero incluso nuestra piel funciona al estilo vegetal al sintetizar vitamina D asimilando la luz solar, sobre la cantidad de parásitos o animalillos viviendo en nuestro interior y a nuestro alrededor y que nos son imprescindibles en muchas ocasiones no es preciso extenderse, pero es que nosotros mismos nos reconocemos descendientes y parte de ese reino; para no hablar de los restos vivos que son nuestros 3 cerebros y su química. Del último nivel, compuesto por las imágenes y los conceptos, ya empezaron a hablar en el siglo IV antes de nuestra era, y a expresarse con dibujos mucho antes, pero ahora ya ha tomado unos niveles excepcionales en forma de sistemas ideológicos, económicos, políticos, religiosos, etc. que nos superan en vida a los individuos que los conformamos, y que se mueven en el ciclo de la vida con una autonomía y al mismo tiempo dependencia ecológica similar al resto. Son superorganismos o entes no materiales (su ADN sería la ética de cada sociedad, y va escrito en los mitos y costumbres que se transmiten en la educación), con lo que se cierra el ciclo natural al volver la información inicial, que dio origen a distinguir entre energía y masa para los observadores humanos, a su punto de partida: un universo sin uno ni otro, pero que necesita de la invención -por nosotros que somos quienes nos creemos el centro de Todo- de la exclusión de una parte para poder nombrar a la otra: la asimetría del bit informativo.

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Madrid, Madrid, Spain
Soy fotógrafo de prensa en MADRID y además me gusta escribir. Tengo ya 60 años. Y opino que si no hubiera ni religiones con dioses ni ideologías totalitarias el mundo iría mucho mejor. No creo en la propiedad porque entré sin nada y así me iré de este mundo. Pero sonrío siempre que puedo a la gente (lo que produce efectos de todo tipo: unos se mosquean y otros me la devuelven). El cambio revolucionario lo están produciendo las mujeres al incorporarse a los usos del poder, así que espero que la sociedad vaya mejorando sin violencia y que el mundo detenga la locura de las guerras y los fanatismos para que algún día nuestros nietos vivan mejor. Mi otro Blog ¿POR QUÉ? es aún más descarado.