jueves, mayo 11, 2006

LOS LÍMITES DE LA RAZÓN.
"La realidad humana entreteje dos dimensiones, una racional y otra imaginaria" (Castoriadis).
Yo creo que la realidad humana tiene muchas más dimensiones. Porque empieza a sentir (percepción), luego se conmueve (emoción), obtiene un plano de estabilidad (sentimiento) y dispara su deseo, más allá del sexo, proyectando un imaginario vital del que un sistema de pensamiento estructurado por los conceptos e ideas que las palabras encarnan en lenguaje puede producir razonamientos lógicos de distinto tipo (mágico, intuitivo, racional, complejo, etc)
La cosa es que todos esos elementos del sistema se mueven (piensan) a la vez, unos conscientes y otros subconscientes, unos automáticos y otros racionalizados, por lo que la mente (que no es sólo producto del cerebro sino de todos los sistemas físicos integrados en el cuerpo del hombre/mujer, unos provenientes de los genes y otros de la cultura, unos de impulso corpóreo y otros psicosociales, unos unificadores, otros caóticos, ligados imperceptiblemente por emeociones, defectos o capacidades físicas específicas y desarrolladas, convertidos en prejuicios o estimulados por la ansiedad o la ilusión, etc, etc.) bulle como un cocido madrileño hecho de legumbres, verduras, carnes y huesos, sal y alguna especia, agua y fuego. Su olor da una pista, su textura otra pero sabor es inconmensurable por complejo y rico tras hervir varias horas en el fogón y ser separadas sus partes para la degustación, con un buen vino y guindillas.
La complejidad del pensamiento social humano es tal que un cocido es una pobre comparación y resulta ridículo hacerlo con hormigueros (lenguaje químico) o comunidades de mamíferos marinos o simios, que tienen lenguaje gestual y sonoro, pero es difícil pensar que puedan mantener un vocabulario extenso y sobre todo mover con tiempos verbales las ideas. Nosotros venimos de una larga construcción imaginaria global que nos permite identificar, nombrar, clasificar y juzgar cada cosa del mundo, recordar pasados y proyectar futuros, para nosotros y nuestros semejantes y el entorno vital.
El imaginario humano ha sido construído durante un millón de años al menos de lenguaje e interacción social y ha levantado sociedades globales con sus mitos, su espíritu de aventura y su fantasía, convirtiéndolas en estructuras de progreso (que llamamos historia) para sobrevivir, no sólo como individuos sino como género humano y además para obtener placer a largo plazo, eso que se llama felicidad.
Están más allá de lo físico y además se dan en dos planos: el individual y el colectivo. con la diferencia de que las ideas originales sólo pueden darse en el individual, que está anclado en un ser físico, pero su bullir y concretar puede ser social, tras el diálogo, la puesta en discusión crítica, los añadidos y restas y su elevación en estructura, en ley, en sistema de vida, en innovación pública. etc.
Porque se añade una complejidad de orden superior, emergente, matricial operativamente, o sea no lineal y en la que el orden de los factores altera el resultado. Hace años, cuando comparé (tomando el lacaniano rábano por las hojas) al ser humano con el concepto matemático de Número Complejo, formado de parte real y parte imaginaria, estaba esbozando la idea de que los cuadrantes de la vida no están todos por encima de la conciencia, que las memorias traspasan generaciones y que lo colectivo conforma un imaginario que opera por debajo de la conciencia e influye, y hasta determina a veces, nuestro comportamiento sin que apenas nos demos cuenta. Y que lo que creemos es un razonar silogístico y directo suele ser a menudo un resultado de operaciones secretas a las que difícilmente tenemos acceso en nuestra propia mente, cuanto menos a lo que ocurre al activar instintivamente prejuicios arraigados ancestralmente, rasgos de carácter constituídos en la más primaria infancia emocionalmente cuando aún carecíamos de lenguaje, etc.
Ahí están los límites de la razón. Ese sistema mediocre pero imprescindible con el que decidimos tantas cosas. Y que tenemos que aprender a educar de manera limpia ante la situación actual del género humano, porque esa es una ventaja sobre el resto del reino animal: aparentemente nosotros sabemos adonde nos gustaría ir, pero ¡cuidado! porque los sueños y utopías pueden ser peligrosos, como Goya nos contó en su pintura.

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Madrid, Madrid, Spain
Soy fotógrafo de prensa en MADRID y además me gusta escribir. Tengo ya 60 años. Y opino que si no hubiera ni religiones con dioses ni ideologías totalitarias el mundo iría mucho mejor. No creo en la propiedad porque entré sin nada y así me iré de este mundo. Pero sonrío siempre que puedo a la gente (lo que produce efectos de todo tipo: unos se mosquean y otros me la devuelven). El cambio revolucionario lo están produciendo las mujeres al incorporarse a los usos del poder, así que espero que la sociedad vaya mejorando sin violencia y que el mundo detenga la locura de las guerras y los fanatismos para que algún día nuestros nietos vivan mejor. Mi otro Blog ¿POR QUÉ? es aún más descarado.