martes, noviembre 13, 2007

MADRID NO EXISTE (cap.1)
La ciudad no existe. Pero su sombra azul se despereza y alarga las arácnidas patitas quejándose de dolor de cabeza, ojos legañosos y aceras aún sucias de sangre y vómito del fin de semana. Tres o cuatro mujeres murieron de asesinato natural, pinchadas en el vientre treinta veces, quemadas con ácido y gasolina, atropelladas, vapuleadas a golpes de puño y bota por sus maridos amantes, sus amantes novios o sus ex-amados novios, esposos o amantes que encontraron más fácil desahogar su bilis rabiosa de arrogantes machitos heridos en el cuerpo que habían profanado mil veces, mintiendo "te quieros" y hendido con su podrido pico de vitriólico esperma, sudorosos, borrachos, quizás incluso cariñosos un día de cumpleaños, o aquel lejano instante en que juraban "eterno amor". Mucho más fácil ahogar el propio miedo, la impotencia y el desvalimiento emocional en sangre y fuego de la otra, de aquella tan tierna que reía, la muy traidora seguro que se reía de mi y no conmigo, cuando le dije que sería "mi reina siempre, sólo mía y de nadie más", mientras ella asentía con aquella dulzura, seguro que impostada, ... la muy... seguro que me era infiel... y eso se paga con la vida". Mucho más fácil es hendir el hacha en su cráneo como un sexo brutal, "eso les gusta a ellas ... que las fuercen, las posean con violencia, las tomen por detrás y las rompan, haciéndoles gozar aunque se quejen."
Muchísimo más fácil demostrar quien es el amo, el patrón de la casa, por más que en familia digan que es ella, la jefa del hogar, mirándola con furia, apretando los dientes y llamarle cariñosamente "puta" al oído, al follarla, para que sepa que el hombre, el macho, el bruto más civilizado es capaz de disimular cada día ante el resto del mundo un amor invisible, siendo de hecho y de derecho, lo digan o no las malditas leyes modernas, quien ordena y manda, señor y dador de vida... o muerte. Antes de que me deje, antes siquiera de que lo piense o lo sueñe, lo consulte a sus amigas o a un"asesor legal" de cualquier tipo, un maricón o una bollera que le aconsejen dejarlo. Antes de que dude, la mato. Es mi mujer. Mía y de nadie más. No estará libre nunca más para hacer lo que quiera, para irse con otros. ¡No! Nunca nadie meterá su sucia polla donde estuvo la mía, a no ser que sea en una maldita puta. Y yo no tengo por pareja a una zorra. Si ella quiere serlo, si quiere irse de mi, escapar de mis brazos, dejarse joder por otros, no puede vivir ni un día más. El amor es eterno y hoy es el día del juicio final. Su castigo, la destrucción total. No hay perdón, ni olvido. Porque me ha humillado con solo pensar que podría escapar de mi poder absoluto, que podría llevarse a mis hijos con otro tío que se hiciera pasar por su padre. ¡Mis hijos! Habrán de morir también para que sepan que su padre los quiere tanto que no los dejará vivir en este mundo con una puta y un cabrón, haciéndose pasar por su falso padre. Antes muertos que descastados. La arrojaré por la ventana, la destazaré y luego, si hace falta, me mato yo también.
Mucho más fácil que pedir perdón, que olvidarse del fracaso natural del amor romántico, que tragarse los embustes de la Iglesia y de todas esas tradiciones que cuentan que "vivieron felices y comieron perdices hasta el resto de sus días" Mucho más fácil que decir "lo siento, creo que nos equivocamos, que fue un error lo nuestro y aún podemos enmendar lo hecho y reanudar nuestras vidas en otro punto, para ver si la próxima vez tenemos más suerte, o cuando menos no hacemos sufrir a nadie."
La ciudad no existe si no es como un lío de relaciones violentas, de humillaciones y condescendencias para evitar ser víctimas del poder execrable de ellos, los de siempre, ya se sabe, aquellos que mandan por las buenas o por las malas, los que se erigen en presuntos líderes del honor y se pretenden héroes con capacidad de martirio para los otros. Esos que matan a un extranjero por que no les cae bien su color o su acento, lo dejan parapléjico o lo queman vivo, quienes están en posesión de la verdad absoluta y del privilegio de los valores supremos: Dios, la Patria y la Raza. Tres entelequias que les suenan bien porque las aprendieron de niños en la familia, la escuela y la iglesia y a base de humillaciones, que ellos llaman disciplina y severa obediencia, temor de dios y orgullo de ser lo que son, sea lo que sean, han hecho crecer con himnos y consignas guerreras hasta el punto de ebullición, ese en que crece la emoción con adrenalina y se ciegan los pensamientos racionales, el límite de catástrofe en que un animal ataca o huye, pero que al punto de racionalización cruenta no se permite escapar y pone todo su embite en la punta del puñal o la garrota.
Los he visto tantas veces, incluso yo mismo he sentido ese arrebato a veces y tenido que controlarlo, si no es que he optado por la huida. Pero un valiente no huye, muere en la lucha o vence. Es decir, cuando toda razón es vana, se convierte en un asesino, se aboca al precipicio absurdo en que no hay paso atrás. Y una vez que se mata... ¿podrá mirarse en un espejo y reconocerse humano?. Aunque quizás no le importe. Tal vez nunca se arrepienta.
Pero, en esa existencia de calles apagadas que van despertando en un amanecer de tontos en automóvil, de voces gritonas en altavoces de radio y malas noticias en todos los informativos, de madres cansadas que despiertan a sus niños para ir a la escuela y padres cabreados porque han de lidiar un día más con la vida, tan aburrida y dura en el tajo o el despacho, los trenes llevan sardinas y los autobuses caballas, el río metálico de cláxones tartamudea entre luces verdes y rojas y las fuentes de las plazas escupen chorros de envidia para asustar a los pájaros negruzcos y las palomas cojas.
No obstante, entre toda esa mugre vocinglera y cutre, en el marasmo de anécdotas sutiles, allá donde se cruzan lo caminos de la gente y se producen frases categóricas o negocios minúsculos hasta la hora en que abran los bancos y las bolsas que manejan el cotarro verdadero, siempre hay una risa inaprehensible, un sueño lúcido pero improbable, una frase amable, aunque sea falsa, un gesto cortés de una antigualla que cree aún en las palabras.
Todo lo demás son en realidad recursos del poder, miedos convertidos en retóricas, voces del sistema que maquina siempre con mecanismos de intercambio ficticio, con imágenes falsas en las que los pobres ven reflejado su candor o su malicia y los que están detrás del azogue plateado y transparente un tobogán de pasta, una montaña rusa sin final donde el pánico controlado extrae vuelta tras vuelta los cuartos y las vidas de quienes llevados por el subidón adrenalínico del día a día, al extasiarse de su autosatisfacción imaginaria, producen en el mercado un flujo goteante de sus entrañas que rellena a cada instante el inmenso embalse azul de las cuentas corrientes de sus amos, los que gobiernan este sinsentido social, esta cochambrosa ruina de civilización mediocre en sus principios y cruel en sus métodos de progreso, que está cada vez más cerca del caos, pero que se cree, por la ilusión falaz que promueven las comunicaciones protocolarias, capaz de llegar desde el infierno hasta la nada, ese lugar de paz en que descansan tranquilos los políticos y los banqueros.

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Madrid, Madrid, Spain
Soy fotógrafo de prensa en MADRID y además me gusta escribir. Tengo ya 60 años. Y opino que si no hubiera ni religiones con dioses ni ideologías totalitarias el mundo iría mucho mejor. No creo en la propiedad porque entré sin nada y así me iré de este mundo. Pero sonrío siempre que puedo a la gente (lo que produce efectos de todo tipo: unos se mosquean y otros me la devuelven). El cambio revolucionario lo están produciendo las mujeres al incorporarse a los usos del poder, así que espero que la sociedad vaya mejorando sin violencia y que el mundo detenga la locura de las guerras y los fanatismos para que algún día nuestros nietos vivan mejor. Mi otro Blog ¿POR QUÉ? es aún más descarado.