martes, octubre 02, 2007


EL MIRÓN INDISCRETO
Venga a cuento ésto de la columna de Javier Marías este domingo en EPS y la referencia que hace a otra de P.Reverte acerca del derecho a mirar, oír (yo añado y a oler, qué remedio) así como a comentar lo que nos plazca de cualquiera en el espacio público. Y la crítica suscitada por intolerantes, hipócritas y moralistas de todo cuño, los cuales se indignan ante el hecho natural de cotillear entre amigos (y amigos son nuestros lectores, pocos o muchos, en el sentido de ser personas aunque desconocidas a quienes contamos cuitas que pensamos y sentimos sin otro pudor que el buen gusto. Marías hablaba de las ofendidas (algunas "feministas" que le llamaron machista, cabrón y hasta neonazi) por comentar el aspecto de alguna mujer que vieron por la calle. Cómo si las mujeres no hablaran de nuestros culos y de lo mal que visten sus amigas, por poner un ejemplo que he escuchado muchas veces en la calle a chicas educadas.
Yo también soy de la opinión de que actualmente hay un desmedido seguimiento de modas ridículas y con peor gusto que nunca, aparte de cuestiones económicas y de extracción social, porque casi todas las chicas y los chavales se ponen en serie y parecen formar parte de casting para tribus urbanas. como esa tendencia que ya empieza a decaer de los pantalones a lo Cantinflas mostrando las braguitas tanga o los gayumbos con dibujitos infantiles.
Me ha ocurrido a mi recientemente que, gracias a que tengo callo en el espíritu y capacidad de respuesta en directo, nadie me intimida, pero un sujeto joven amachambrado a su chorba en un vagón de Metro me preguntó airado que qué miraba, porque yo me dedico a pasear mis ojos por el entorno y debían haber recaído en ellos un par de segundos, además de en casi todo el mundo alrededor, pues costumbre mía escuchar frases y conversaciones (como Vila-Matas, cuenta por cierto en su último libro que es su afición), fijarme en detalles que a otros pasan desapercibidos (de ahí las raras fotos que pueden ver en mi otro Blog EL METRONAUTA tomadas cotidianamente en cualquier lado), tan sólo por la curiosidad de sentir la humanidad de mis vecinos con todas su tonterías y grandezas. Le respondí, como era de recibo, que lo que me diese la real gana, puesto que mirar y escuchar son aún libres en esta sociedad y no estoy dispuesto a ceder mi derecho a hacer uso de sentidos tan maravillosos sólo porque a alguien le moleste que lo haga. Quien no quiera que se le observe que se quede en casa o viaje con burka -añadí- que lo que se ofrece a los ojos en lugar público es normal mirarlo y escucharlo y puesto que ellos no estaban en privacidad no eran quien para exigirme nada. Ella dijo que yo era un descarado, y respondí que si, y que si preguntaban a otras personas si les había mirado antes o después obtendrían una respuesta de ello. Una señora apoyó mi afirmación y otro caballero comentó lo absurdo de sentirse molesto porque alguien te mire en el metro. Añadí por último y para hacer un poco de sangre limpia al tema que había hecho profesión precisamente de mirar convirtiéndome en fotógrafo y además cobraba por ello. Se fueron con el rabo entre las piernas, rebajando su enfado con disculpas vagas y justificando una cuestión absurda, más basada en su deseo machista de reforzar su sentido de propiedad respecto a la moza y hacer de gallito moralista.
La cosa no tiene importancia en sí. Pero esta siendo así en los últimos tiempos y debido a los abusos de todos esos que compran y venden imágenes propias y ajenas, persiguen y acosan a los que no se ofrecen y luego discuten en los tele-basureros si fue así o de otra forma, si estaba éste o aquel en la borrosidad de la grabación o si hacía o deshacía ovillos el fulano o la gallarda y todo lo demás que a nadie mas que a un patio de vecindad debería interesar, pero vende y mueve kilos a mansalva.
Como dice Marías "basta ya de hipocresías y dengues", todo el mundo mira y hace comentarios, a qué viene mosquearse si uno da lugar a que se observe y se hable (la foto de arriba es robada, claro, en un bar pero podría haberla hecho en un millón de sitios para mostrar el horrendo gusto de mostrar espaldas, ombligos o escotes y luego ofenderse cuando quien pasa por al lado mira (con o sin descaro) . Ahí está esa vieja foto de Doisneau (ahora en la exposición de los culos en el Canal de YII) entre otras muchas de una pareja mirando un escaparate en donde la mirada oblicua de él se desvía hacia un retrato de una señorita sin ropa en un lateral mientras ella mira otras cosas. Una foto que fue seriada y con su cámara disimulada para captar el entonces indiscreto acto de mirar de soslayo lo evidente. Yo, como el rey de Redonda y el duque de Corso no voy a pasar por ningún aro que pretenda prohibir la mirada, la palabra hablada y escuchada y hasta, como dije antes los olores, perfumados o hediondos que la calle y los espacios públicos me traen, porque es mi naturaleza ser mirón y ni esos estúpidos vigilantes de seguridad privada que quieren prohibir retratar hasta la Torre Picasso, por poner un ejemplo notorio, ni los policías que no demuestren que existan motivos de seguridad reales para impedirme trabajar en mi oficio lo lograrán. Y últimamente están muy pesaditos con eso jodiendo más de lo debido cuando no tienen motivo, como en accidentes o manifestaciones. Si alguien quiere tomar medidas que llame a un juez y a la ley me someteré, nunca al capricho moroso de nadie.

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Madrid, Madrid, Spain
Soy fotógrafo de prensa en MADRID y además me gusta escribir. Tengo ya 60 años. Y opino que si no hubiera ni religiones con dioses ni ideologías totalitarias el mundo iría mucho mejor. No creo en la propiedad porque entré sin nada y así me iré de este mundo. Pero sonrío siempre que puedo a la gente (lo que produce efectos de todo tipo: unos se mosquean y otros me la devuelven). El cambio revolucionario lo están produciendo las mujeres al incorporarse a los usos del poder, así que espero que la sociedad vaya mejorando sin violencia y que el mundo detenga la locura de las guerras y los fanatismos para que algún día nuestros nietos vivan mejor. Mi otro Blog ¿POR QUÉ? es aún más descarado.