jueves, marzo 01, 2007

ACERCA DE UN ASUNTO NADA TRIVIAL.
Hoy han trasladado al etarra de Juana Chaos, que estaba en el 12 de Octubre atado y intubado por su huelga de hambre, al País Vasco para evitar que muera y se convierta en un mártir para la causa separatista. Todos los estamentos del PP en la oposición o en órganos del poder (por ejemplo, el alcalde de Madrid, la presidenta de la Comunidad, etc) se han manifestado en contra de ese cambio (a pesar de que cuando estaba Aznar de presidente del Gobierno obró de manera parecida en una decena de ocasiones) por razones humanitarias, no porque se le perdonen los crímenes cometidos (unos 25 asesinatos) sino para quitar un arma de lucha a sus seguidores que esperan su muerte para achacársela a toda España.
¿Es tan duro y vengativo el corazón de la gente del PP como el de los asesinos, o simplemente se trata de llevar la contraria en todo lo que haga el gobierno actual, toda vez que cuando ellos estuvieron ahí también se habían dado beneficios penitenciarios y acercamientos así como otras reducciones de pena, para quitar hierro al problema vasco, permitiendo la salida de algunos asesinos etarras u otras medidas?
¿Piensan que los criminales se reirán de nuestra compasión ciudadana, sin querer darse cuenta de la superioridad moral que supone una acción humanitaria frente al belicismo siempre a la defensiva de los partidarios del lema "cuanto peor, mejor"?
Todo culpable debe ser condenado por sus crímenes. Pero hay un momento en que los problemas políticos que ocasiona la obcecación no llevan mas que a empantanarse en la situación y, si ello supone pretender mantener sin representación a decenas de miles de partidarios de una opción, estaremos cayendo en una falta de lesa democracia que habrá que solucionar con iniciativas atrevidas para que no haya motivos de protesta. Esas medidas es evidente que molestarán a los más recalcitrantes de ambos lados. Entonces, han de dejar de considerarse los problemas exclusivamente desde el punto de vista de lo obvio y moralmente válido para la mayoría, hay que buscar otros puntos de vista. Como todos los asuntos estancados, imposibles de superar de forma lineal, es preciso pensar en otro nivel de alternativas fuera del sistema, al modo en que Edward de Bono llama "pensamiento paralelo" y lógica fluida". Hay que buscar perspectivas que implican siempre riesgo de meter la pata e incluso de hundirse en la mierda hasta el fondo, pero ese es el riesgo de la política viva.
El "problema vasco" es demasiado obvio para las dos partes y por eso mismo ambas creen tener razón y no se mueven de sitio: los abertzales están por la independencia y matan por ella o, cuando menos, luchan en la calle, desobedecen las leyes del sistema democrático con el que no se sienten identificados porque se consideran marginados por el mismo, dadas sus aspiraciones que lo exceden al pedir un cambio no constitucional en las reglas del juego y hacen victimismo de sus encarcelados por acciones terroristas, etc.
Por la otra parte, el nacionalismo españolista no acepta tales presupuestos de independencia de una región que pertenece a España desde hace siglos y que una vez incorporados a la Unión Europea no tiene sentido desgajar, además existen cerca de un millar de víctimas de atentados terroristas que no quieren ver a los asesinos en la calle por un acuerdo político. Son muchos, incluso en el País Vasco, que se sienten discriminados por las políticas nacionalistas del Gobierno de aquella Comunidad Autónoma y no pueden entender esa obsesión separatista ni otras limitaciones.
Pero por algún sitio hay que romper el muro de la intransigencia que conduzca hacia un final del conflicto y que nunca satisfará a unos ni a otros, pero en la que el Gobierno de todos tiene la obligación de buscar caminos de solución. En política no se puede obrar siempre con el corazón, aunque los que presumen de ser cristianos deberían ser capaces de compadecerse no sólo de un asesino que podría morir por su propia obcecación sino de las posibles futuras víctimas que habrán de caer sin duda si el conflicto sigue pudriéndose y los terroristas vuelven a las armas una y otra vez.
No tenemos que creernos que exista tregua alguna, pero respiremos mientras no están matando, persigámoslos policial y judicialmente, pero intentemos a la vez otras vías sin echar más leña al fuego de la venganza. Esa debería ser la lección aprendida de nuestra Transición, cuando los que habían perdido la guerra y la postguerra, en que Franco y sus seguidores masacraron a cientos de miles de republicanos, que eran los que defendían la legalidad democrática de entonces, cedieron y aceptaron un pacto por el que no se juzgarían los crímenes de la Dictadura, algo que ahora parecen haber olvidado todos esos demócratas de nuevo cuño.


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Soy fotógrafo de prensa en MADRID y además me gusta escribir. Tengo ya 60 años. Y opino que si no hubiera ni religiones con dioses ni ideologías totalitarias el mundo iría mucho mejor. No creo en la propiedad porque entré sin nada y así me iré de este mundo. Pero sonrío siempre que puedo a la gente (lo que produce efectos de todo tipo: unos se mosquean y otros me la devuelven). El cambio revolucionario lo están produciendo las mujeres al incorporarse a los usos del poder, así que espero que la sociedad vaya mejorando sin violencia y que el mundo detenga la locura de las guerras y los fanatismos para que algún día nuestros nietos vivan mejor. Mi otro Blog ¿POR QUÉ? es aún más descarado.