EL MIEDO

repentina tristeza de piedra
ahoga sin palabras mis sentidos
y la esperanza no existe
(fugaz como los besos)
si no es hundida en mi estómago de agua.

Atado a mi vientre
El mar
llueve un diluvio de misterios sin objeto
figuras recortadas en el aire
silencios esquemáticos
mientras
la terrible voz
enreda entre mis piernas
la seda de un capullo infecto.


EL FUEGO

Lleno de alegría, como la primavera
abre sus fauces, respirando las mañanas,
cubre de humo las hojas de los árboles
y se acuna en volutas,
como palabras.

Canta arrullos como bosques
metiéndose entre las cosas
con caricias de lágrimas,
viejo enamorado de las danzas.
Y si consume silencios
no lo hace por desidia,
es que aprendió
el respeto de las voces.
Se mueve por instinto
igual que el amor de las jóvenes parejas
entrelazando sus dedos con lujuria.

Busca
en el rubor de sus intenciones
incomodando a las figuras con sus formas
un loco estudio de misterios
que nadie sabe descubrir
bajo las sombras.

(de mi libro de poesía "Vida Eterna")