lunes, diciembre 11, 2006

YO NO MATÉ AL REY DE ESPAÑA
Supongamos que en la España del final del siglo XX la Transición no hubiera llegado a buen término. Que el golpe de estado de Tejero y Milans del Bosch no hubiera fracasado. O, al menos, no del todo. que se hubiera impuesto la "Solución Armada" y ese general hubiera recuperado la gran influencia que los militares tuvieron en el franquismo, al estilo del hoy afortunadamente difunto Pinochet. Que la mayoría de la derecha y un sector pactista de la socialdemocracia (aquel en que se dijo entonces que estaban Múgica y Fdez Ordóñez, además de las derechas, entre otros) lo hubieran aceptado de buen grado "para impedir la división de España" como ahora gritan los ultramontanos del PP, que los nacionalistas habían semiprecipitado a ojos de los "españolistas". Supongamos que los partidos comunistas y radicales hubieran sido prohibidos de nuevo y vuelto a la clandestinidad y perseguidos son sindicalistas no pactistas, etc. (recordemos que en España ya hubo una dictadura así en tiempos de Primo de Rivera y luego una dictablanda, de Berenguer). Que la Iglesia Católica hubiera recuperado muchas prerrogativas de la época en que clamaban por la "Cruzada" pidiendo castigo para los comunistas e instando a condenas a muerte en la misma postguerra civil, aunque consintieran ahora otros cultos, como una cesión a la modernidad. Que los banqueros y grandes empresarios aceptasen "incómoda pero cáutamente" la fascistización social que los permitiría seguir con sus grandes negocios y especulaciones económicas y que hicieran aceptar a Europa un Régimen pseudodemocrático con recortes constitucionales de libertades y represión callejera, pero no totalmente represivo, lo que llaman "autoritario" y con algunos partidos semejantes a aquellas asociaciones que en el último gobierno franquista (Arias Navarro) llamaban "el espíritu del 12 de febrero". supongamos que el Rey y su familia se hubieran visto "forzados", a riesgo de expulsión como su abuelo, a aceptar la situación y templar gaitas, sonreir en público y firmas las leyes de unas Cortes mutiladas y que un gobierno de "consenso entre militares y civiles" le presentase para asegurar esos valores tradicionales que el franquismo presumía de encarnar también y que, tras campañas propagandísticas y algunos atentados (preparados y no) para justificar la represión y la censura y las prohibiciones de los derechos elementales "temporalmente", una mayoría, quizás exigua o, manipulando el refrendo a propósito, los hubiese ratificado en el poder y aceptado las limitaciones políticas para "mantener el orden y la paz".
Supongamos, en fin, que como antes ocurría en los movimientos de resistencia se dieran dos grandes tendencias en lo ideológico y la praxis: unos, tratando de recuperar la democracia en el punto perdido con las manifestaciones y huelgas que sus dirigentes no pueden liderar al estar encarcelados o clandestinizados, y los sindicatos desposeídos de capacidad organizativa legal, con reuniones restringidas y controladas y asociaciones vecinales amarilleadas, etc. Pero, buscando además aliarse con los burgueses democráticos (como antes), sectores de la Iglesia y todo eso, para promover campañas de denuncia y presión en el extranjero (en busca de apoyos de Europa y USA) y frustrantes actos de escasas masas en el interior.
Y otro sector, mucho más radical, cansado del rollo de los pactos y de la pseudo-transición fracasada que ha optado por unirse semimilitarmente en torno a consignas de destrucción del sistema y métodos de lucha terroristas y guerrilleros.
Ahí comenzaría mi relato: un antiguo demócrata reconvertido en terrorista por las circunstancias políticas y el país lleno de violencia, casi una guerra como la actual de Irak en la que los militares gobiernan desde detrás de los políticos que los garantizan un rostro pseudodemocrático y mantienen un orden relativo para que algunos hagan grandes negocios, pero el país continúe intacoto en sus fronteras. Eso si, la crisis económica y el paro de aquella época real habría empezado a disminuir (al estilo chileno de Pinochet) atrayendo inversiones ante la seguridad de que no hay huelgas (o estas son reprimidas con dureza y los huelguistas sustituidos de inmediato por mano de obra barata traída del Sur (Marruecos), con cuyo monarca habrían establecido un acuerdo especial por el Sahara y otras cositas, constituyendo algunos guetos en las periferias urbanas y campamentos móviles en las rurales, donde ejercen como temporeros, con un permiso especial que los permite cruzar fronteras, pero sin posibilidad de establecer definitivamente su residencia en España, aunque dispara el nivel de vida en Marruecos y pone a raya a los sindicatos de aquí. Los gobiernos norteamericano y europeos ven con inquietud pero no malos ojos (por eso apoyan por debajo) esa pseudodemocracia y, aunque haya protestas en Europa, no terminan de negar la posibilidad de entrada en la CEE, si antes la OTAN los admite.
Dado que parte de la socialdemocracia, junto a la derecha, está en el ajo, los comunistas encarcelados o en las catacumbas y los demás apenas pueden moverse, dado el control militar y policial posible tras varios años de exposición pública en la fallida Transición.
Los otros, guerrilleros o terroristas luchan en la calle, asesinan, ponen bombas y atracan bancos, asaltan pequeños cuarteles o guarniciones y mueren muchas veces acorralados (a sangre fría, como suele ocurrir) o en tiroteos, son torturados y todo eso que pasa en las dictaduras (recordemos una vez más las del Cono Sur, tan cercanas, ahora que ha muerto el execrable chileno y algunos de los criminales milicos argentinos están yendo a prisión, por fin), pero no se rinden. Discrepan de los nacionalistas que luchan por independizar regiones de España siempre problemáticas (a qué nombrarlas) pero se apoyan mutuamente y están dispuestos si derrotaran a los militares a llegar a un acuerdo federativo para el Estado español. Se consideran los verdaderos valedores del socialismo revolucionario, internacionalistas y consejistas.
Entonces, cae el Muro de Berlín. Los militares españoles proclaman el fin del comunismo (en lugar de la Guerra Fría) prediciendo también China, Cuba y Corea y exigen de Europa su aceptación a cambio de mantener ilegalizados a los rojos y la Unidad indisoluble de la nación. A los terroristas (y mucho más a los eurocomunistas pacíficos y demócratas que pretenden sólo que los dejen estar en la legalidad democrática) se los abre un abismo enfrente y se plantean o cómo rendirse o emigrar lejos, o buscar una solución definitiva.
Quien escribe es un terrorista, condenado al garrote vil, acusado de haber asesinado al Rey y varios miembros de su familia en atentado.
En realidad él no lo habría hecho, aunque sí otros crímenes y bombas con víctimas militares y civiles. Habría sido, sospecha él y se corren rumores entre la izquierda, un grupo infiltrado y alimentado por los más fascistas del nuevo régimen, que no perdonaban al Rey su "traición" al dictador Franco, al pergeñar con Suárez la liquidación de la Dictadura anterior y una manera de quitarse de encima un problema, poner un regente manipulable y echar más leña al fuego de la "Guerra Antiterrorista". De esta manera el condenado reflexiona sobre su vida, su infancia y su juventud de luchador que le ha llevado a aquel callejón sin salida, pero que sigue negando aquello por lo que le van a matar: "Yo no maté al Rey de España" que sería un llamativo título para la novela.
Como es una distopía, o sea una recreación irreal de la reciente historia de nuestro país, los nombres serán figurados aunque suenen parecidos, los datos falsos se aproximarían a la realidad sin que de lugar a equívocos y los personajes podrían ser caricaturas de los auténticos, desde Tejero a Carrillo, Múgica. Armada, Emilio Romero y Ansón, Suárez y González, etc. Los fascistas, los etarras, los moros y los cristianos, los rojos y los azules, los cobardes y los "iluminados revolucionarios". Todo mentira pero que podría haber sido verdad si...
Por favor, ahora no me la copien al menos literalmente. Porque no tengo nada contra quien escriba algo en esa línea, pero me fastidiaría que un editor ponga a uno de sus negros de garantía y sueldo anual a reescribir mi historia. Yo no me puedo callar y tardaré bastante a no ser que, como dije en el otro blog (El Metronauta), alguien me apoye económicamente mientras lo hago.
Y tengo muchas más ideas...

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Soy fotógrafo de prensa en MADRID y además me gusta escribir. Tengo ya 60 años. Y opino que si no hubiera ni religiones con dioses ni ideologías totalitarias el mundo iría mucho mejor. No creo en la propiedad porque entré sin nada y así me iré de este mundo. Pero sonrío siempre que puedo a la gente (lo que produce efectos de todo tipo: unos se mosquean y otros me la devuelven). El cambio revolucionario lo están produciendo las mujeres al incorporarse a los usos del poder, así que espero que la sociedad vaya mejorando sin violencia y que el mundo detenga la locura de las guerras y los fanatismos para que algún día nuestros nietos vivan mejor. Mi otro Blog ¿POR QUÉ? es aún más descarado.