viernes, abril 25, 2008

Unos cuantos capítulos más de mi libro "69 RAPS" para los poquitos que gustan de leer ensayo en Internet. Sigue mi indagación fin de siglo sobre la naturaleza humana. Tengo que recordar que los primeros capítulos están en las anteriores entradas al Blog.

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No existen, a pesar de los intentos uniformadores del poder, dos hombres exactamente iguales, como no existen dos copos de nieve idénticos. La caída de la semilla (información genética mas la cultural) en tierra feraz produce un desarrollo que varía entre límites inestables y libres que no puede ser de ninguna manera lineales por la cantidad de elementos que alteran y tienden a estabilizar el crecimiento del individuo continuamente, entre los que juegan importante papel su propia capacidad para iniciar cambios de prueba, en el pensamiento y en la acción, lo que expande la cadena de alteraciones posibles y el resultado final. Para conseguirlo habría que hacer "clones" con el mismo código genético, como en Un mundo feliz de A.H. y luego educarles igual sin permitirlos ninguna iniciativa, como termitas.

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Todo lo que el hombre ha construido a través del pensamiento constituye un mundo real aunque no material que se conserva en las memorias naturales y artificiales (cerebros y bibliotecas), que sería inexistente o inútil si desapareciera el hombre (u otras máquinas inteligentes), pero que es lo que le hace distinguirse del resto de los seres. Pero como tal construcción no tiene más causa ni fin que sobrevivir como especie, al igual que los ritos de los patos les permiten aparearse en el momento adecuado y nadie les enseña su danza. Ese mundo ideal está en el Tiempo real pero en un espacio virtual, o bien en un espacio real (archivos) y en un tiempo virtual, del que sale al otro a través de nosotros. Pero una vez que está ahí, interacciona a través de las mentes que lo piensan, y se reconstruye y nutre de más ideas llegando a dar lugar de manera a veces imprevista a construcciones que están mucho más allá de la participación individual de su mentores: el arte o las civilizaciones son ejemplos cualitativos de su quehacer propio.

Del concepto a la estructura y de allí al sistema, donde las aportaciones múltiples generan una vida inmaterial pero real.

Y ahora que sabemos esto, ya va siendo hora de que empecemos a organizar consecuentemente la mejor manera de hacer sobrevivir a la especie humana y sus sistemas vitales con el menor coste posible para ella y para el resto del planeta en que habitamos. O nos desentendamos de todo y a vivir que son dos días... como los demás animales.

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Porque ese camino llevó del mito a la religión, de ésta a la filosofía, y a la ciencia; que se especializó a partir de la magia alquímica, y que de la medicina lleva a la biología, de ahí a la química para acabar en la física de partículas (aunque se que me he saltado algunos pasos intermedios) que nos muestra la inestabilidad de la propia materia de la que estamos hechos. En sucesivas circunstancias entre su surgimiento y su final se estabiliza temporalmente en estados de masa o energía; y en la primera de la que estamos compuestos estructuralmente, como sólido, líquido o gas (sin entrar en los inestables plasma y superfluido) precisa de distintas formas de energía para su funcionamiento, ya que procedemos de la forma vital de supervivencia que se inició al cerrarse una membrana osmótica que permitía asimilar iones del exterior y reproducir su sistema de existencia duplicando la información contenida y escindiéndose celularmente. El siguiente paso sería la reproducción sexual que dividía en dos partes la información, las cuales se unían en determinado momento dando lugar a otro ser sin por ello dejar de existir sus progenitores. Eso aumentó la variedad de posibilidades en juego y llevó los resultados a complejizarse en nuestro fantástico mundo.

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En el Hombre, el complejo principal de histocompatibilidad MHC, por ejemplo, que es la parte más variable del genoma y que se denomina HLA, contiene mas de 100 mil genes (el primer mapa se ha hecho con 5.264 microsatélites de situación) y ocupa una región cromosómica de 4 millones de pares de bases constituidas por 3.000 millones de nucleótidos, permite rastrear su linaje hasta su separación del resto de los homínidos y más. De los estudios efectuados se llega a que la EVA mitocondrial original podía ser una población de entre 500 y 10.000 individuos. Y un Adán mucho más amplio aún en número de individuos (ellas necesitarían varios machos, quizás, lo cual no es extraño fisiológicamente si tenemos en cuenta sus posibilidades orgásmicas consecutivas múltiples, inexistentes en el macho de la especie que debe recuperarse tras cada eyaculación de esperma y, sin embargo, puede embarazar a miles de hembras). Habrían vivido en el Africa Oriental, y se calcula que hace unos 2.000.000 de años empezaron sus emigraciones por el Índico y luego hacia el Norte, Oriente Medio y Europa. Y eso fue sólo el principio, porque si bien las primeras civilizaciones complejas se establecerían en Egipto, Mesopotamia, India, China o América y luego en el Mediterráneo, lo cierto es que sería ésta última la que llegaría a dominar toda la Tierra, metamorfoseándose, claro está, varias veces para hacerlo.

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La naturaleza ha procurado (o mejor dicho, se lo han procurado cada especie y subgénero en lucha por sobrevivir) que cada ser supiera de donde ha de nutrirse - nicho ecológico- dotando de aquellos elementos distintivos que les permitan dirigirse adecuadamente al lugar de aprovisionamiento, lo que se habrá consolidado tras múltiples y azarosas pruebas durante miles o millones de años. Esos elementos distintivos se habrían convertido en formas impregnadas. Una forma impregnada sería aquello que distingue un animal de manera automática como amiga o enemiga para su supervivencia; está constituída por sonidos, aromas, tacto o visión, así como otras características energético-informativas detectables con sentidos, como el radar de los murciélagos, la emisión eléctro-magnética de los tiburones y rayas, la captación de ultra o infra ondas de los insectos o el sutil olfato de las serpientes y la capacidad orientativa por captación de los campos magnéticos terrestres en muchas especies. Y también las feromonas que atraen químicamente a inmensas distancias para la reproducción sexual, o aquello que permite detectar un peligro. Se trata de adaptar unas morfologías a otras para el mantenimiento de la vida (es curioso que la misma sustancia química que sirve como feromona a más de 126 especies de insectos, sea utilizada por las hembras del elefante asiático para indicar a los machos que están listas para la cópula). Esto, llamado también impregnancia biológica, escribe un código que se graba finalmente en los genes, aunque no está aún disponible para la siguiente generación, y produce una reacción química en los órganos que permiten dirigir a un ser hacia otro ser, uniéndolo de diversas formas (simbiótica, de algunos animales y plantas, o de la hembra humana y su bebé recién nacido; como cazador-presa, o también en el par sexual macho-hembra con objeto de la reproducción), o reconocer a un atacante para huir o enfrentarse, y por supuesto localizar a una presa por parte de un predador que se alimenta de ella. Mientras que la impregnancia se produce automáticamente a la salida del huevo en aves y reptiles; en la educación de los mamíferos especialmente, los progenitores o la manada que es el vínculo social, deben adiestrar en la distinción y constitución de tales impregnancias fundamentales, sin las que el cachorro no sabría distinguir su presa o su predador a veces, así como normas sociales de jerarquía y roles, fundamentales en la mayoría de los casos.

La impregnancia es un fenómeno capital que se constituye en la mente animal por exfoliación de un espacio-tiempo semántico propio de su especie, por lo que depende de su herencia genética en primer lugar y del adiestramiento juvenil después, al madurar el sistema de inteligencia propio, o sea de adaptación al medio en su nicho ecológico, que es eminentemente cultural en el caso humano: ha sido perfectamente explicado por Piaget en el caso del niño y por Lorenz en etología. Se trata de ir dominando lo circundante con los medios que la naturaleza ha dispuesto en el individuo para ello. La especie humana aún no ha encontrado su lugar, por eso destruye el entorno tratando de averiguar lo que ocurre, es un juego suicida que me recuerda a los cachorros de león incordiando a una cobra. Como dice René Thom, el hombre ha sido capaz de escapar a la fascinación de ciertas formas externas por medio del lenguaje, evita así la alienación del psiquismo propio del cazador hambriento en busca de presa, pero el mismo lenguaje actúa a veces como atenuador y otras como amplificador, lo que se percibe bien en el juego de asociaciones formales (como las manchas de los psicólogos) que provocan reacciones físico-químicas a través de contagios por contigüidad o similitud en el sujeto. Por eso el asco o el gusto que constituyen tabúes o totems culturales difieren tanto de unos sitios a otros: se trata de una asociación química en el cerebro.

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La principal forma de impregnancia del ser humano, a causa de su extrema dependencia al nacer para las más simples operaciones de supervivencia, es cultural, por eso necesitamos un período de aprendizaje de varios años, en que debemos ir buscando aquellas identificaciones a las que asimilar un comportamiento. Hay que crear un trasunto imaginario compuesto por formas especulares de sí mismo; pues se parte del reconocimiento del entorno desde el propio movimiento, con las que hay que rivalizar para conquistar el propio ser: uno mismo: el Yo o self. Y en el desarrollo de tal mundo el ser humano se va convirtiendo en un protagonista sufridor y triunfante que ama u odia las imágenes encarnadas por los otros; las cuales a veces son la suya propia y otras un cadáver exquisito del deseo dibujado en los aciagos días de la madre, aquel otro en que nos reconocimos por vez primera y que construyó para nosotros la entrada al laberinto de la vida: una angustiosa topografía rodeada de vacío, en la que los terrores o límites tienen los nombres de lo que el padre nos mostró como prohibido: el sexo, la unión simple con el objeto impregnante, al que tendremos que ir matando amorosamente a través de sus/nos imágenes especulares. A ello se añade la posesión del lenguaje, cuya capacidad parece ser innata (Chomsky), y que es un elemento de dominio de las formas impregnadas al permitir atenuar el poder alienante de éstas, cargando con sus rastros de memoria las respuestas posibles a una necesidad sentida; eso permitiría la descarga del poder acumulado por la misma en las excitadas terminaciones neuronales. Y, naturalmente, sirve para producir los condicionamientos de tipo cultural que se enseñan en la primera infancia y que se convertirán en prácticamente inamovibles sin remover tales bases (como lo demuestran los estudios hechos a personas a quienes se había "lavado el cerebro").

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En realidad lo que se produce en nuestros cerebros es pura química, y por lo que está habitado, que a nosotros nos parecen imágenes tan reales como la vida misma o sueños, son sólo las sombras de la caverna platónica o sea una reconstrucción imaginaria; en realidad se trata de conexiones quimioeléctricas o analógico-digitales, cuya más clara evidencia se muestra en las fantasías oníricas y en las alucinaciones, esas riquísimas experiencias de la imaginación más allá de la realidad, donde sin quererlo realizamos los deseos para envidia de nuestro propio Yo. Sombras producidas por la flecha electroquímica que atraviesa campos neuronales, abriendo y cerrando sinapsis para producir esos acoplamientos dialógicos entre haces hormonales, que unen regiones del cerebro (hipotalámicas, límbicas, corticales), mientras uno hace actuar al hipocampo (el MFB: Medial Forebrain Brundle) y el otro la amígdala (el PVS: PeriVentricular System). El MFB es el haz de la recompensa y reforzamiento: empuja a satisfacer o crea necesidades a partir de satisfacciones experimentadas antes, a base de introducir en el sistema unos mensajeros como la acetilcolina, el glutamato y la adrenalina (agresividad) que excitan el sistema nervioso superior; mientras el PVS incita a la huida y a la defensa e inhibe las acciones al no recibir su recompensa con el ácido gamma aminobutírico, produciendo las típicas sensaciones de angustia que desembocan al transformarse en imágenes y en comportamientos de pensamientos negros, mutismo, respiración bloqueada, pasividad, postura encorvada, tono muscular tenso y demás síntomas depresivos. Como en los hermanos animales, pero a lo bestia: ¿saben cuántos bits de información caben en un cerebro humano adulto?, la cifra increíble de 1017 (el contenido codificado de miles de millones de libros) y que goza de una velocidad de procesamiento de aproximadamente 10 billones de flops (operaciones con coma flotante por segundo), pero del que no somos capaces aún de usar más allá de una décima parte, según los datos y cálculos realizados con los sistemas más avanzados del mismo.

Algo que, en definitiva, es condicionado por las experiencias tempranas del bebé y el aprendizaje social a que la civilización, la clase social, el sexo cultural y todas las demás condiciones sociales en que vive llevarán a excitar o inhibir, y con ello recompensar o censurar cada comportamiento enseñado, así como a temer o buscar lo desconocido siguiendo las pautas del grupo. La educación infantil sería algo así como la instalación de los programas básicos para dar comienzo a la actividad de un ordenador capaz de pensar por sí mismo partiendo de esas pautas iniciales. No debería pues extrañar a nadie que tras la saturación de violencia o de sumisión aprendida desde la más corta infancia, un niño actúe con toda la naturalidad del mundo reproduciendo en su mundo esos comportamientos. Exigir responsabilidades por ello es una auténtica irresponsabilidad, si no se busca antes a sus maestros; es más , creo que es un crimen condenar a un niño por hacer uso de un libre albedrío condicionado (¡si!) cuando antes no hemos marcado los límites de los adultos en el indiscriminado uso de violencia como ética social para dirimir discrepancias por el poder. Cuanto menos un muchacho de 7 u 11 años que quiere algo y comprueba si así lo obtiene más fácilmente que en un modo que los hipócritas llamarían quizás racional. En esto, como en tantas otras cosas lo que se barajan son estrategias de poder enjuiciadas desde la moral del mismo poder para su propio beneficio. Lo otro son pamplinas.

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Enfrentado al mundo en el que debe sobrevivir, el hombre tiene como bagaje su herencia genética y su aprendizaje cultural, y tanto uno como otro han de aportarle las coordenadas por las que moverse, integrándose al hacerlo como todos los animales de la evolución, desde el fagocitador unicelular al bípedo constructor de herramientas y lenguajes, pasando por los peces, reptiles, aves y mamíferos que dejaron restos de sus cerebros en el interior del nuestro para que pudiéramos defendernos y aparearnos durante millones de años. Todo eso y sólo eso es lo que funciona en el complejísimo cerebro evolucionado humano y subyace tras las palabras y los impulsos inconscientes; mientras que los mitos y los ritos son una leve capa de recuerdos culturales que precisa engarzarse fuertemente a los instintos para producir respuestas condicionadas que emergen con el lenguaje simbólico, al ser trenzadas en las urdimbres de nuestra infancia (Rof). Y los prejuicios son los cristales enquistados con que tropieza el juego de asociaciones mentales y que le impiden libertad de movimientos.

La gran ventaja (y a veces lo contrario) de nuestro procesador de datos mental es que está plagado de terminales sensibles aportando inputs continuamente, incluso durante el sueño, y no se para nunca de funcionar hasta la muerte, pudiendo trabajar en múltiples tareas de manera inconsciente: yo, al menos, siento un gran placer cuando me asalta de pronto una idea, sobre un asunto que me preocupa pero que no atendía en ese instante, como un destello de lucidez, a veces en medio de la noche, o haciendo el amor, o ... ¿no les ha pasado nunca? ¿nunca han sentido esa impresión maravillosa y han gritado ¡Eureka! ?. Seguro que saben de lo que hablo cuando digo que nuestra máquina de pensar no para jamás y se alimenta de todo lo que recibe aunque no apreciemos hasta qué punto un pequeño detalle es muchas veces capital para destapar la respuesta oculta. *

En una física de superconductores aplicada a la psicología de masas y a la sociología, lo cual creo que es posible adaptar con cuidado, esos prejuicios grabados en la mente en nuestra tierna infancia, serían las impurezas introducidas en el sistema para permitir que se reconstruyan ocasionalmente los vórtices por los que corren sin resistencia la voz del líder o el pánico cegador que arrastran a la multitud, emocionalmente dispuesta a cometer cualquier acto irracional, sin pensar ni depender de sus sentimientos humanos. Una mecánica tan simple como el mecanismo de un chupete.

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El Espacio-Tiempo de cada civilización difiere de las otras, en tanto ha precisado de condiciones distintas para construirse y ha ido siendo elaborado por generaciones de humanos en interrelación con su medio, en lucha contra sí mismos y sus enemigos externos para sobrevivir, cercado por el miedo y el hambre, la fantasía y el amor. Hombres-Mujeres distintos que ofrecían soluciones y fracasaban o triunfaban recibiendo el impulso o la marginación de sus coetáneos o de los interpretes de su trabajo. Eso acababa en construcción social si lo que ofrecían se adaptaba mejor a sus necesidades y era capaz de superar las luchas de intereses y la mentalidad del momento histórico (o prehistórico), o quedaba marginado para mejor ocasión cuando la presión social no admitía el experimento. Eso dio lugar a que se constituyesen auténticas áreas semánticas, circunvaladas por los límites establecidos en los mitos y entretejidas por toda la urdimbre de ritos, estrategias de poder y estructuras propias. Una geografía política que tradicionalmente se ligaba al territorio (naciones-estado), o su búsqueda secular (judíos), pero que a veces ni siquiera precisaba de ese (gitanos o egipcianos como la faraona) aglutinante del espíritu de un pueblo.

A los viejos tiempos de la ignorancia y el desasosiego correspondió inventar las religiones, a los de la búsqueda de estabilidad global tendrá que ofrecerse algo más científico que una esperanza para después de la muerte. Ya no basta amenazar, hay que convencer y las viejas razones no bastan: todas las tradiciones están podridas.

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Hace unos 5.000 años, los chinos inventaron la escritura. Casi la misma que usan hoy en forma de ideogramas que reúnen gráficamente la sustancia y el aspecto de lo expresado; lo que produce, o es su producto (nunca se sabe si el huevo o la gallina), una mentalidad fundamentalmente estética. La concepción del 'tiempo' de la civilización que surgió en las orillas del Río Amarillo es cíclica pues sus ritos anuales están ligados a las estaciones que reproducen cada año los mismos acontecimientos y tratan de que nada cambie en el orden de las cosas para evitar alteraciones naturales. Pero antes de que se iniciara el régimen patriarcal-militar, en el Neolítico las mujeres eran quienes habitaban en las casas y se veían con los varones únicamente en las fiestas de primavera y otoño, cuando éstos venían en busca de ellas con regalos y demostraciones que les hiciesen apetecibles, como hasta hace poco se podía ver en algunos lugares apartados del Sudeste asiático.

Pero es con la instauración del sistema jerárquico-patriarcal cuando la ritualización social se esclerotiza en un sistema de cinco relaciones de obligado cumplimiento en cuanto a deberes y derechos mutuos que no deben ser alterados para que la sociedad funcione perfectamente, en los cielos y la tierra; de ello se encargan el Emperador y sus funcionarios militares y civiles. Esto ocurría ya mas de dos mil años antes de nuestra cronología y aún hoy está grabado a sangre y fuego en sus costumbres: el padre y el hijo, el esposo y la(s) esposa(s), el rango entre hermanos, entre señor y vasallo o criado y las obligaciones entre amigos, responden a un sistema completamente regulado que conduce a ese carácter que a los occidentales nos parece tan incomprensible y sumiso. Resultan ser así conservadores y burocráticos en lo social, y gustan de la delicada reiteración en sus formas artísticas, porque en su mente se ha instalado un ritmo circular y cerrado construido al tiempo que las ideas que configuran sus ideogramas, cuyo dibujo y matices se ha enseñado durante varios milenios a cada niño durante dos años antes de explicarle su significado (unos 2.000 signos para empezar) y prestando más atención a su estilo formal y sin instruirle en el cálculo; lo que unido a la ritualización de la vida cotidiana y la sumisión a los mayores ha venido a producir un orden que poco tiene que ver con el nuestro: Bertrand Russell decía que resultaba imposible hacer comprender a un chino la noción de pecado, y a un occidental le parecen inauditos fenómenos como Kamikaze o Harakiri de Japón, que exageran los conceptos de honor y vergüenza hasta lo insoportable. Pero es así, porque pertenece a unas formas civilizatorias en que "no está permitido cambiar el orden establecido por el Cielo, interrumpir el curso natural de las operaciones de la Tierra, ni confundir las reglas que deben dirigir la conducta y los trabajos de los hombres. Pues, ...si el Emperador hiciera observar los reglamentos propios del verano en el primer mes de la primavera, la lluvia no caería a su debido tiempo, las plantas languidecerían en seguida y los principados tendrían motivos para temer." Ya que "Al orden regular de las estaciones corresponde el comportamiento normal de los animales y de los hombres. Si en un punto cualquiera del circuito universal aparece un desorden, inmediatamente se encuentra amenazado el equilibrio del mundo." (N. Vandier-N). Su lenguaje es monosilábico, lo que precisa de esa entonación musical que matiza la expresión y que, unido al tipo de escritura usado, dificulta, como decía Max Weber, la definición sistemática y el razonamiento lógico del logos. Se trata pues de una educación estética y ritualizada, que establece un orden social y mental que, siendo además tan fuertemente patriarcal como la occidental pero mucho más conservadora, discrimina aún gravemente a las mujeres y sobre todo a las niñas (eso lo podemos ver incluso en la "socialista" China, donde las habitaciones de la muerte exponen el orden de los burócratas); pero que en todo caso se trata de someter disciplinariamente frente al poder haciendo de la vergüenza pública su herramienta principal de castigo para quienes se salgan de lo que se considera conveniente en la sociedad. Su estructura familiar arcaica analizada por Lévi-Strauss en Las estructuras elementales del parentesco describe perfectamente un orden social donde se dicen que los huesos provienen del padre y la carne de la madre, y donde las mujeres son siempre un valor de intercambio entre los clanes, muy estructurado y regulado con sistemas que combinan la endogamia y la exogamia, y articulados en la institución matrimonial para beneficio de una sociedad dirigida por los varones; así, el asunto del incesto no surge por miedo a aberraciones, sino porque al donar a sus hermanas e hijas pueden llegar a acuerdos con otros clanes con los que logran compromisos. Y todo lo que se convierte en religión y tabú procede de la diferencia entre los sexos y de la economía. Confucio es su Platón, que busca el orden estético para la expresión de las emociones, de modo que nada se salga de lo regulado (la vía recta) y toda la ritualización de costumbres desemboque en un orden justo. *

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La mentalidad occidental tuvo su génesis en Mesopotamia: Zaratustra fué el inventor de la primera moral (Nietzsche), donde los orígenes del Bien y del Mal habrían partido de la incomprensión humana acerca de las fuerzas terribles de la Naturaleza, capaces de proporcionar agua, sol, tierra y fuego llenos de bendiciones para los hombres, pero también plagados de peligros como el diluvio, la sequía, los movimientos telúricos, el rayo, la fuerza del viento arrasador y los incendios, etc., que los seres superiores que encarnan las deidades manifestarían como premios o castigos a los hombres que los adoran o niegan. El dios Ahura-Mazda, que "reveló" a Zaratustra sus seis principios morales en la misma época que vivieron Sócrates, Buda o LaoTsé, era el principio del Bien en lucha contra Ahriman, principio del Mal, tiene mucho parecido no obstante con la mitología india de los Upanisad arios. Allí se construyó la primera represa de aguas para la agricultura y se hicieron las primeras ciudades-mercado-fortaleza, donde los magos y sacerdotes conceptualizaron la idea de qué era bueno o malo, y en base a ello constituyeron unas hierocracias a la sombra del poder militar-político, tanto en activo como en oposición, y se crearon los primeros códigos de conducta y legislación, de esa forma se hicieron imprescindibles y pudieron vivir ya siempre a costa de los demás hombres. Y cuando las monarquías asiria y babilonia levantaron sus imperios unificando territorios, los dioses Marduk y Assur se alzaron sobre los millares de dioses restantes y organizaron la vida con una idea de la justicia que refleja el Código de Hammurabi. También allí se inventó (para llevar las cuentas del grano) una escritura que, a diferencia de la oriental, evolucionó del pictorialismo inicial de los jeroglíficos hacia formas más abstractas y conceptuales, hasta llegar a los alfabetos que sirven más tarde para hacer palabras combinando sonidos escritos como letras, los cuales permitieron ya pensar de manera más abierta y fluida, produciendo razonamientos.

El pensamiento generado, no sólo aquí sino en el valle del Ganges del subcontinente indio, es vectorializado hacia el exterior, especulativo, transgresor e innovador constante, oculta un miedo intenso a la violación de los límites que podría ocurrir si no triunfan los jóvenes sobre la generación anterior ocasionándolos el castigo de los ancestros o dioses. Así se construye el concepto de aventura y el de pecado, que incluyen siempre a un oscuro vigilante interior sometiéndole a la culpa y a la vez impulsándole a seguir adelante. Los hebreos (hapiru o prw) convirtieron esto en la forma religiosa con más éxito de la Historia. Ellos, que eran unas tribus vagabundas y mercenarias, no una raza étnica sino descastados o parias, emigrantes perpetuos que no tenían territorio y habían accedido a unificar su panteón de dioses en uno sólo por la promesa de Moises, que les había sacado hábilmente del Egipto donde trabajaban esclavizados, sellando la Alianza del Sinaí con YHVH por la cual si obedecían su Ley obtendrían una Tierra Prometida. Su voluntad de poder negaba el Tiempo, pues así se lo recomendaba la promesa de eternidad de su dios, y luchaba por territorios que acabaron estando no sólo en las geografías físicas sino en las topologías de su mente: la fantasía literaria, la especulación filosófica y científica y más tarde el racionalismo civilizatorio de los griegos construyeron las bases de nuestra moderna sociedad. Pero los mitos que unían todo Tiempo debían de grabarse niño a niño amenazando con el castigo para quien fuese culpable y no supiese triunfar. Por supuesto que toda la civilización occidental es heredera de ese espíritu, como el cristianismo es hijo legítimo del judaísmo. Los cuentos e historias facilitaban la tarea de transmisión cultural, por eso se los contamos siempre a los niños y no dejamos de incluir en ellos los elementos de miedo y orden, de guerra y de sumisión, todos aquellos valores que hacen la idiosincrasia de cada cultura.

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Nuestra cultura occidental cristiano-europea, y su extensión americana, se ha impuesto al resto sin paliativos, no por ser mejor sino por su agresividad destructora de lo distinto, a veces integrándolo transformando la diversidad en variante de efecto nulo, como está ocurriendo con todas las que acuden al crisol estadounidense y son filtradas por el triturador sistema de consumo. El calendario que comienza con Cristo, el alcohol como droga desconsagrada para huir del presente; la ruptura de los límites como forma de buscarse a uno mismo en medio de la nada depresiva; la violencia, privilegiada sobre los afectos como relación personal, que se manifiesta en el espíritu competitivo frente al cooperativo, y en la destrucción como apropiación del mundo. Desde luego, ya va siendo hora de parar la máquina, antes de que no quede cultura alguna sobre la Tierra. Porque los restos fagocitados de las culturas que traga acaban en forma de plagas por el uso bastardo del consumismo: vease el caso de las drogas o la comida china o de la pizza, la mutación de mitologías en comics manga o disneys, y hasta la difusión del arte abstracto por parte de la CIA. Así, la globalización de la economía ha servido para introducir, paso a paso o de golpe, los valores occidentales, aunque eso no haya supuesto siempre hacer triunfar el sistema democrático como política, ya que su interés se centraba en lo económico, en todo el mundo. Eso supone que los mitos se van unificando (pero tardan mucho más que las monedas) y el contenido de unos llega a absorber el de otros: los dioses más débiles son destruidos por los más poderosos, pero no siempre la potencia económica determina la espiritual; así que, los que ofrecen un plus de esperanza mayor o más a ras de tierra pueden ganar a los que dan otras prestaciones superiores: la magia blanca y la astrología o los curanderos de barrio actuales no pierden terreno. De manera lenta se va posiblemente hacia un sincretismo religioso; y por eso los dioses, y sus seguidores más fanatizados, se defienden a muerte de los infieles que les quieren arrebatar el territorio de sus sueños. Eso conduce también a un mestizaje cultural y probablemente lingüístico. Como en la evolución biológica-física, el azar y la necesidad de supervivencia, corregidos por nuestra consciencia, producirá resultados imprevistos, pero creo que es importante aportar algunos granitos de arena a la montaña futura, ¿no?.

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El mito americano del Triunfo tras una dura competencia, es un absurdo que pretende elevar la excepción a regla, para estimular el combate por tener éxito. Conduce a la infelicidad de todos: primero los fracasados, que son el 99 % o más, y poco después la de los mismos triunfadores, que o se mantienen en una tensión infinita de fuga hacia adelante para seguir ganando, o creen haber fracasado cada vez que no tienen lo que se hubieron planteado ya como meta. Es la política darwinista social que no tiene que ver con el héroe griego más que de lejos, ya que éste se planteaba siempre las cosas desde un punto de vista ético, o sea de relación con los hombres, sea llevándoles el fuego, a costa del castigo divino de Prometeo o ayudando a sus amigos como Aquiles, aunque la muerte les esperase como destino anunciado. Y está bastante claro, a estas alturas, que no hay mayor éxito social que sobrevivir en el nivel intermedio de la escala a base de colaborar, y hasta simbiotizarse en ciertos casos con otros organismos con los que se actúa ecológicamente.

¿O no son las clases medias las herederas de las ventajas iniciadas por las elites y sufridas duramente por los miserables?.

Además, toda la vida se desarrolla mejor en los umbrales de la zona templada que en el frío o el calor extremos (es cuestión de termodinámica): son la masa global que, hasta que no llega a un nivel crítico, es el 99 % de lo que hay.

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La sociedad fetichista en que vivimos ha confundido los valores que llevan a la felicidad o nos alejan de ella, - entendiendo como tal un conjunto de sensaciones placenteras que podemos sentir como durables-, al mercantilizar todos los estados humanos desde el nacimiento a la muerte, de modo que el orden anal se impone a la generosa oralidad y, por cuenta de una culpa introyectada que todo lo cuantifica para cubrir su ansiedad, se sustituye el castigo por trabajo y así se acumula aquello que proporciona un sustituto del placer, consumir, comprar, gastar, pasar por experiencias inútiles, pelear sin otro objeto que seguir ahí, penando en el valle de lágrimas con la nostalgia del paraíso, donde todo era gratis y eterno. Porque al animal, nuestro padre ancestral, le traía sin cuidado la inmortalidad, ya que era presa o cazador, pero no tenía tiempo entre comida y comida para soñarse dios. La teoría del valor que sirvió para definir al capitalismo se ha devorado a sí misma.

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Soy fotógrafo de prensa en MADRID y además me gusta escribir. Tengo ya 60 años. Y opino que si no hubiera ni religiones con dioses ni ideologías totalitarias el mundo iría mucho mejor. No creo en la propiedad porque entré sin nada y así me iré de este mundo. Pero sonrío siempre que puedo a la gente (lo que produce efectos de todo tipo: unos se mosquean y otros me la devuelven). El cambio revolucionario lo están produciendo las mujeres al incorporarse a los usos del poder, así que espero que la sociedad vaya mejorando sin violencia y que el mundo detenga la locura de las guerras y los fanatismos para que algún día nuestros nietos vivan mejor. Mi otro Blog ¿POR QUÉ? es aún más descarado.