lunes, febrero 25, 2008

CALAVERA O CENIZAS.
nunca quise como fotógrafo ser ilustrador de cadáveres con signos inequívocos de vida emocional rara y encefalograma plano como son todos esos personajillos que salen en el cuché y colorín o en los descerebrados programillas de entretenimiento gangoso en los que famosos de medio pelo y cutres totales que desean poder contar cualquier cosa por unos duros (como en ese irónico anuncio en el que una mujer-víbora con cara de ir a apuñalar a alguien por la espalda y taimado gesto eléctrico con mohín cómplice a su público dice "lo vi todo" silabeando y escuchando el clin clin de la tarifa ascendente por su próxima revelación de alguna memez privada que está a punto de ser pública. Eso que llaman "paparazzi" (un plural sacado de La dolce vita) es un oficio canlla y arrastrado de sabuesos irresponsables sin mucha más ética que el mercado de la carne podrida y la penicilina falsificada de los estraperlistas de postguerra en Chicote. Como profesi´çon es inmunda y humillante, desprovista de respeto a los "paquetes" que les toca perseguir y a uno mismo por el desprecio inherente a los principios del periodismo, o sea a contar aquello que tenga utilidad pública y aporte información que cambie o enriquezca la sociedad en que vivimos (y no a unos cuantos sinvergüenzas enboscados en el lujo o con intenciones de estarlo).
Cuando trabajaba como free-lance para una agencia de fotógrafos (Cover) siempre me negué a seguir y retratar a gentes que no querían (o eso manifestaban para hacer luego sus apañaos) ser "inmortalizados" a la salida de un restaurante, con una nueva pareja, haciendo topless o nudismo en una playa o un yate teleobjetivados, dandose el lote dentro de un coche o a través de cortinas a medio echar en su casa o jardín, subido a un árbol durante días a la espera de cazar una pieza mayor, persiguiendo en moto, coche o helicóptero, ni apostándome en cruciales lugares de paso al famosete de turno o la prima del cuñado de un amigo de la suegra de la ex de una que fue famosa o lo va a ser gracias a "mi" exclusiva.
No "robo" cromos por vergüenza torera y respeto al prójimo como a mí mismo y cuando capto a los políticos en actitudes ridículas (desde mi punto de vista) es porque son verdaderos personajes públicos pagados por todos para resolver nuestros problemas y no para lucir su EGO y sus manías ideológicas en beneficio propio y de sus amiguetes. Trato de infringir con ello justo castigo (repito que desde mi perspectiva, claro) a los excesos e ineficacia profesional, ya que suelen estar tan henchidos de egotismo que se les va la mono y hasta la olla al entrar en contacto con sus seguidores o al insultar a sus adversarios políticos, a veces con la mentecatez de discursos irreflexivos o vacuos y otras con vociferios de cloaca y mentiras de relumbrón que ni ellos mismos pueden creer (a no ser que sean idiotas) pero que usan cínicamente para engañar ilusas masas votantes y hacer caja en las arcas de sus grupos, cuando no en las personales.
Los cotilleos son inmundicias que no deberían salir ni en papel impreso como no sea novelados y con nombres falsos ni en las pantallas y altavoces llevados por ondas o cables a las casas. Pero en este mercado global donde todo se vende y sube su precio según las élites de cualquier tipo estén implicadas; el caviar y las trufas porque sólo ellas pueden pagar los aut´´enticos y apreciar su exclusivo sabor, las relaciones o deslices de quienes han hecho carrera precisamente para ejercer de catártica pomada en las crudas, mediocres, tristes y frustradas vidas de la gente "normal" que son los consumidores de toda la mierda del mundo; esos que como en una anuncio de una compañía de seguros son la base esencial de su razón de se, es decir quienes sostienen con su dinero multiplicado por millones todo el entramado poderosos del que viven esas élites, su lujo y libertades extra que admiran los pobres necios que los sufragan.
Y mientras se olvidan un ratito de su miserable existencia de tropa.
para mi, y en eso he tratado de educar cuidadosamente a mis hijos, hermanos menores, sobrinos y amigos de dialogar, así como a los muchos fotógrafos becarios en prácticas que han pasado por mi lado, hay una integridad moral basada en la imprescindible empatía que sólo la propia intimidad consciente permite vulnerar, nunca la relación personal con otros, sea emocional, profesional, pública o artística: lo que no quisieras para ti (y los tuyos, naturalmente) no lo hagas ni permitas que lo hagan o sufran los demás, al menos si está en tu mano evitarlo o denunciarlo para encararlo con sinceridad. Por eso me descompone el alma ver mentir y embaucar, hacer el paripé político y cometer fraude. Y, aunque el pragmatismo de la supervivencia me concede sonrisas y palabras amables frente al poder establecido o la estupidez fanática que amenaza (en realidad los políticos en persona) mientras ejerzo mi oficio de sacar de las tinieblas un poquito de luz en lo cotidiano de la realidad capitalina.
eso no me impide a la menor oportunidad resoplar con la ira razonable si soy molestado en el ejercicio de mi trabajo y discuto con quien sea (por muy poderosos que sean, y eso lo saben bien mis jefes que a veces me tienen que pedir prudencia y los de seguridad o protocolo de los ejercientes del poder porque no me atengo a las normas). Además luego expreso sin pudor mis opiniones por escrito o imagen (no manipulada, pero tampoco censurada su delatora crudeza del ridículo ajeno).
El mal del siglo es ahora la falsa imagen de las cosas y las personas que permiten ser vendidas como lo que no son en un mercado global de bienes y sentimientos. Así, los políticos se disfrazan, algunos tan burdamente como la rubia ambición "Esperanza de madrid" que tiene un vestuario de trajes de todo para que sus seguidores se autoidentifiquen con ella y su carisma populista-demagógico crezca en los mercadillos del voto adonde va a predicar su tosco marujeo de "señora normal, aunque un poco aristócrata y con grandes influencias políticas que se va tragando pantagruélicamente hasta que llegue a ser la "lideresa" indiscutible de un populacho irreflexivo que no es capaz de plantearse la contradicción wentre su propìa vida personal patética y los deseos y las ínfulas egolátricas que arrasan hasta con sus ex-colaboradores o "amigos" para ponerlos como escalones en su carrera hacia el éxito: sabemos de muchos que no hablarán hasta que hayan muerto porque su estatus actual peligraría, pero que fueron fulminados y defenestrados cuando se oponían en su camino y no sólo el querido primo del beso falso, sino aquellos a quienes la maquinaria endemoniada que la conduce sobre cenizas de políticos ha creído pertinente echar a un lado en el reciente pasado; imposible dar más datos, el forzoso silencio de los cadáveres políticos lo paga el partido en otros puestos siempre bien retribuidos.
Esa imagen elaborada para vender mentiras, además de las políticas y económicas están todas las demás: la comida sana que resulta no serlo, las medicinas inútiles o las que sirven para enriquecer accionistas pero no para financiar investigaciones no venales a las farmacéuticas, los transportes decrépitos y el turismo embrutecedor que se hace pasar por ecologista y mundano, cuando sirve para mantener explotaciones salvajes que destruyen el medio ambiente y alientan las migraciones en busca de ese "dorado" del lujo consumista para los pueblos desfavorecidos, que son prostituidos, esclavizados, enajenados, expoliados, redistribuidos para abaratar mano de obra, masacrados a veces y demonizados como víctimas propiciatorias si es preciso para calmar los ánimos populares o colaterales del crecimiento de la riqueza que acaba siendo la de los de siempre a costa de todos los demás, con temporales regulaciones en forma de crisis económica que vuelvan a poner en su sitio a los pobres mientras los ricos se dan al arte y al lujo y los vagos mediocres buscan la fama en la cama o en algún programa de televisión con la colaboración de algunos colegas que se dicen profesionales de la imagen. Para todos ellos irá la pasta pero no mi respeto, lo siento, calaveras o cenizas pero nunca mierda.

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Madrid, Madrid, Spain
Soy fotógrafo de prensa en MADRID y además me gusta escribir. Tengo ya 60 años. Y opino que si no hubiera ni religiones con dioses ni ideologías totalitarias el mundo iría mucho mejor. No creo en la propiedad porque entré sin nada y así me iré de este mundo. Pero sonrío siempre que puedo a la gente (lo que produce efectos de todo tipo: unos se mosquean y otros me la devuelven). El cambio revolucionario lo están produciendo las mujeres al incorporarse a los usos del poder, así que espero que la sociedad vaya mejorando sin violencia y que el mundo detenga la locura de las guerras y los fanatismos para que algún día nuestros nietos vivan mejor. Mi otro Blog ¿POR QUÉ? es aún más descarado.