
Mírame, gacela,
despeja el espacio azul
y hazte cuerpo de sangre enamorada
Salpica los aires con tu impúdica sonrisa
y se voz del alba desmemoriada y gris.
Que el desnudo ángel brote rápido
en una violeta lanza-luz
que ilumine la cresta de un suspiro
y de mi corazón salpique un blanco velo
embozado en la claridad de ese hiato sincopado.
En ese día moriré tranquilo
despierto y amable como un vuelo
sin temor al grito ni al fracaso
Y estaré allí, de golpe,
trastornado por el largo viaje
al otro lado de la vida
donde no sabré que estoy.
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