MANIFIESTO
ANTIHISTORICISTA Y ESCÉPTICO.
Juan
Luis Jaén Urueña (30-6-2014)
La
HISTORIA, la historia... un invento de melancólicos para complicar la memoria
con sucesos colectivos y buscar justificación al pasado desde un futuro apócrifo
de miserables con sentimiento de culpa o ganas de venganza.
Todo
es una farsa. No existe objetividad posible en sucesos con tantas aristas,
tantos protagonistas y figurantes, los cuales son por otra parte todos sujetos
con sus yoes encriptados mirando al SUCESO, el instante decisivo desde sí
mismos con afán de unidad comprensiva o de obnubilación completa, esclavos de
órdenes, de pánicos, de obsesiones y pasiones que los conminan a actuar o les
autorizan a desistir de hacerlo. Y todos se creen centro desde su mente y casi
ninguno sabe que sus cerebros han decidido actuar mecánicamente a partir de
datos genéticos, datos adquiridos por adiestramiento, datos aleatorios
sobrevenidos de la inspiración lúdica de las sinapsis neuronales, química pura
en acción segundos antes de que la mente consciente sepa que está pensando en
eso, que evalúe con juicio racional o furia animal el acto que podría acometer,
la decisión supuestamente inteligente o la búsqueda del placer sin paliativos
censores por medio de la violencia, compasión, apatía o negligencia. Y todo por
un sueño de inmortalidad mal concebida.
Todo
porque el Hombre (el HUMANO) se cree un ser importante en el Cosmos y busca
dotarse de un contexto que lo justifique en la brevedad de su personal memoria
de animal con recuerdos (Octavio Paz).
Nos
ponemos trascendentes y no podemos conformarnos con vivir un presente que es en
realidad lo único que tenemos propio. Pensamos en lo que fue y deseamos
cambiarlo para justificar lo que pretendemos ser, por eso picoteamos en
acontecimientos nunca suficientemente explicados y definidos con testimonios
oscuros. La MEMORIA es líquida y se modifica cada vez que accedemos a un
recuerdo, los hechos no se fijan indelebles en geometrías cristalinas sino que
se mueven en caos fractales a los que la acumulación de datos (y recordar desde
otro presente produce datos nuevos) modifica continuamente y el dibujo de la
pretendida realidad tiene tantas caras como participantes al cubo dividido por
el número de parámetros de referencia. La fotografía de un hecho es
bidimensional, siempre hay o puede haber casi infinitas posibilidades de verla
si escapamos de la dictadura del objetivo del fotógrafo, como en la física
cuántica, a la que pertenece no sólo la realidad submicroscópica sino el universo
todo pues lo improbable sólo es una concatenación de datos convertida en real
en uno de los muchos mundos paralelos posibles. La construcción de la
complejidad por colapso de probabilidades estadísticas y de hechos aleatorios
que producen causalidad.
Yo
veo un hecho (creo verlo claro desde mi perspectiva, mi evaluación y juicio, mi
seguridad de observador discreto e independiente, pero todos esos conceptos son
si no falsos al menos poco fiables: mi perspectiva puede estar sesgada y además
hay otras muchas, mi evaluación y juicio dependen de datos que yo tengo
almacenados y disponibles o de aquellos que puedo ver y oir allí fiándome de
mis flacos sentidos y de los prejuicios ycapacidad de raciocinio más o menos
inteligente qe presumo poseer; mi seguridad como observador también depende de
la concentración y las distracciones del entorno, de los múltiples pensamientos
en paralelo de mi incosnciente activo y de otros factores endógenos y exógenos
que lo afectan, como sustancias del estado de ánimo o ambientales, desde
endorfinas y otras hormonas a drogas disfunción sensitiva.
La
Historia y las historias, como extensivo común de ese intento por inmortalizar
al género humano como paliativo al imposible aún del personal, no son pues mas
que una impostura intelectual despótica que el Sistema económico de transmisión
de PODER y PROPIEDAD se ha inventado para imaginar un futuro que lo justifique.
Una cosa son los cuentos, los relatos fantásticos de la caverna o alrededor de
una hoguera para entretenerse, la fantasía o literatura con que los viejos
atemorizaban a los niños y les daban razones increíbles sumergiéndolos en la
duda y con ello afianzando su credibilidad, la FE en la PALABRA de los mayores
como única fuente de memoria transmisible, salvada con las pequeñas
alteraciones e incorporaciones de lo nuevo que cada generación ponía en la
impronta, para comprender los fenómenos asombrosos de la NATURALEZA, el ORIGEN
de los pueblos y la necesidad de la guerra o la cooperación para sobrevivir.
Y,
claro está, luego según se iba produciendo una acumulación progresiva de bienes
y tierras, los que manejaban el Poder y pretendían seguir haciéndolo y que sus
hijos heredasen su patrimonio: padre, patria, patrón, patraña..., podrían
controlar el adiestramiento totémico de los dominados convenciéndoles con
historias que les hicieran pensar y aceptar su sometimiento al poder superior
frente a la razón con las que la manipulación mental pareciera natural al
llevar desde una época incognoscible "in illo tempore" al preceptivo
futuro en línea de sucesos que incluye el momento presencial como epifanía de
lo necesario cumpliéndose.
Una
especie que descubre el poder de comunicarse y construye una memoria intangible
y falseable, más allá de los genes y el
instinto directo de supervivencia. Una especie que acepta la sociabilidad para
defenderse del mundo natural y encuentra la palabra como génesis ("en un
principio, fue la palabra...") de su existencia humana consagrándola en
mitos, estructurando ritualmente su transmisión para garantizar los medios de
subsistencia como propiedades incardinadas al totem familiar, tribal, colectivo
de garantía cruzada: en el tiempo diacrónico de las generaciones y en el mítico
sincrónico de los ancestros con destino, al que los presentes deben contribuir
aceptando la historia y definiéndose como participantes para alcanzar ese
DESTINO que espera ahí, al final sino en la vida de cada uno al menos si al
cabo de las fatídicas muertes de los hijos de los hijos tras las que espera un
Paraíso de algún tipo (unas veces aquí en la misma tierra, como en el caso de
los historicistas laicos tipo comunista por ejemplo, o en un etéreo lugar de la
deidad de turno). Un lugar que sólo se alcanzará colectivamente si se cumplen
los sacrificios requeridos a la sociedad (familia, tribu, raza, género,
civilización,...) y sus individuos, los cuales, seres mortales que nunca verán
la cumbre del Destino, pueden tener premio personal si hacen lo exigido y
ofrendan su mismidad con la satisfacción de ser reconocidos en vida o muerte
por los suyos y con otra vida eternizada junto a los ancestros y sus dioses en
algún idealizado lugar maravilloso de gozo o castigo (un ideal cielo o un
asqueroso y sufriente infierno para purgar las fechorías).
Así
que, los seres humanos que tras reflexionar sobre ese patrimonio memorístico
fastuoso y barroco así como infame y falaz que, sea cual sea la cultura y la
etnia, la riqueza o la miseria conduce inexorablemente a la Gran Mentira de la
Historia, nos declaramos no creyentes, apátridas y escépticos extremos pero al
mismo tiempo compasivos y no beligerantes, somos los desahuciados de la
Civilización historicista, los que no esperan nada ni de dioses ni de humanos
más allá de sus programas inventados. Y, a pesar de todo, sabemos que el Mundo
es así, que no está más tratar de cambiarlo para mejorar la calidad de vida de
los seres que lo habitan, nuestros engañados congéneres y otros animales más o
menos inteligentes (es demasiado presuntuoso creer que el Humano con esos aires
de superioridad que le llevan a establecer categorías y decidir que puede
masacrar en su benefico a las "inferiores" viva mejor su única
existencia real que una ballena o delfín, un chimpancé bonobo o un elefante sin
perspectiva histórica pero sobreviviendo genuinamente con sus recursos durante
su vida y ayudando tal vez a sus congéneres en el medio que la evolución les ha
proporcionado) defendiendo el entorno natural frente a los especuladores
corruptos e irresponsables sociales que extenúan los recursos del planeta,
explotan a otros humanos y destruyen por placer o consumismo inútil, por
intereses bastardos y abuso de poder todo lo que está a su alcance y que tramos
de buscar pragmática pero con fundamentos principistas éticos excepcionales y
de defensa del derecho común frente a los privilegios de casta o de cualquier
clase mejorar la existencia en este mundo único que flota gravitatoriamente en
una máquina universal de Tiempo donde somos una miajita de nada envuelta en
ilusiones.
Juan
Luis Jaén Urueña (pensando en mis hijos Hugo y Juan y en mi nieta Alejandra),
un 30 de junio del año dosmil catorce de la cronología oficial.