Un relato que escribí hace unos años (aunque lo he repasado un poco)
AVENTURA
PORTÁTIL (relato cibernético)
1
"BLIC"
clamó el pequeño ordenador portátil y
soltó un mensaje en la bandeja de entradas del correo electrónico.
"El
sueño del hombre verde es una clase de historia de las que no te convienen,
Juan. Vuelve a la realidad y conviértete en sapo de verdad para que te bese una
princesa" y
firmaba una tal Violeta a quien no conocía.
Pero
yo sabía que me hablaba a mí y de qué. Porque esa misma madrugada había
despertado sudando y moviéndome como un maldito señalado por un rayo y la
última imagen que quedaba en la imaginaria retina de mi frágil memoria de pez
era un rostro verdoso frente a un espejo de camerino teatral, con luces de
maquillaje y fotografías de santos actores y actrices, a los lados, dedicadas o
rotas con la saña de todas las envidias de escenario.
Traté
de profundizar en la volátil memoria onírica, pero solo quedaban sensaciones y
flasback borrosos con frases que debía hilar reconstruyendo, es decir
destruyendo de hecho su origen virtual para traerlas a una realidad imaginada.
La cadena de palabras por medio de la vaguedad de los ecos sonoros en las
impresiones del limo seco del fondo marino de aquello que fue sueño y ya solo
reverberancia hueca.
Una
palabras se multiplicaba en mi frente de helechos agitados por un viento frío y
húmedo: "Volveré". Pero no sabía a quien se refería, si a mi o
a otro que me la dijo tal vez. Tampoco en que contexto fue pronunciada,
repetida, convertida en mantra, si formaba parte de la historia fantástica del
sueño o provenía de la razón analítica enfrentada con la confusión del absurdo
y elevada a categoría de proposición futurible por mi mente aún convulsa para
presagiar un futuro a mi disposición.
"Volveré"
y Violeta empezaban por "V" y ese era el título de una novela de
Thomas Pynchon que no lograba terminar desde hace meses por falta de tenacidad
en mi estilo zapeador de lectura y no porque me desagradara el complicado
tramado del autor de rostro desconocido. No sabía a cuento de qué había surgido
tal asociación de ideas pero como decía el detective de Twin Peaks "si dos
acontecimientos separados por el tiempo y el espacio nos parecen relacionados a
pesar de no tener nda aparentemente en común, es porque lo están por nuestra
mente y debemos investigarlos" o algo así, creo recordar de cuando me
pasaba las noches esperando el próximo capítulo. Además acababa de salir la
traducción de "Contraluz" la última obra de Pynchon y no pensaba
atacarla hasta que me hubiese cepillado "V" por mas que su
irresistible atracción de tochazo con cientos de páginas de papel biblia
atosigase mi espíritu de comprador compulsivo de libros para poner en un
estante donde rozarlos de vez en cuando con los dedos como se besa una
medallita o se ora a una estatuilla de divinidad cualquiera: puro fetichismo bibliófilo
mas que interés profundo de submarinista volando entre aguas de mágicas
historias.
Lo
que no quitaba el hecho de que la portada de Providence ( Ferreras) que
estaba leyendo esos días y su temática de monstruosa irrealidad probable me
estuvieran influyendo en las caleidoscópicas sensaciones de verme dibujado en
verde en un espejo del baño mientras deponía sentado en el retrete no solo
heces físicas de digestión picante en lo hemorroidal, sino auténticas mierdas
mentales que saltaban del azul púrpura al rojo carmesí como contraposición a la
realidad paradójica y patética del correo de mi portátil abierto sobre la
piernas cerradas y vomitando mensajes tan incomprensibles como lo ya imposible
de recordar de mi sueño, más allá del reflejo de un eco en una pantalla borrosa
que solo contiene signos desconocidos desvaneciéndose entre nubes de redes que
tratan incautamente de atraparlos y solo captan vagas impresiones de lo que
fuera.
Me
propuse entonces corresponder con una pregunta al correo de la tal Violeta
(supongo que mujer pero podría ser una clave y tratarse de un tío o una
organización que desconozco, o ...) cuando un nuevo "BLIC"
suena y abro sin pensar otro mensaje. Dice "FIRE, walk with me" y
lo firma "Purple Princess" por lo que empiezo a pensar que se
trata de un sofisticado spam intelectualoide dedicado a preocupar a los
incautos hermenautas de la red que reciben estupefactos crípticas frases para
estimular su afán de saber y hacerlos caer en una trampa troyana para curiosos.
Pienso
un instante. Los paso un panda por encima y me arriesgo a contestarlos para ver
qué pasa. Si es una chica rusa con mala sintaxis a causa de las traductoras
automáticas que quiere "serias relaciones con propósitos matrimoniales o
amistad sincera" y me envía fotos cándidas de chica buena al principio y
unos días mas tarde, cuando ya le haya dado falsas expectativas de
transferencia de dinero nunca enviadas y pretenciosos billetes carísimos de
avión San Petersburgo-Madrid, solo ida que no enviaría ni loco por sus fríos ojos
bellísimos y sus sano aspecto eslavo de nada disimuladas formas eróticas que
realza en la fotografía con un escorzo apropiado para resaltar que no le falta
nada en el físico y que si sus promesas de estudiante finalizando una carrera
humanística fueran ciertas tampoco en lo intelectual. Y luego vendrían los
cuentos familiares desgraciados y buenas promesas de fidelidad ante todo y las
maravilla imaginarias de un futuro juntos con gupísimos hijos rubios de ojos
azules, muchos a su discreción para motivar sexualmente al primo que se las
promete alucinantes con tal pibón de medidas espectaculares: 95-60-105 y
cociente de inteligencia más allá del 120 promisoriamente heredable por
nuestros virtuales vástagos. Ella sería rápida de aprender idioma y muy dispuesta
para un marido que la quiera. Ya se sabe que la publiciad atrapa los deseos y
los convierte en ilusión o delirio antes de romper la economía y defraudar
todas las esperanzas en la bondad del mundo. Y mas teniendo en cuenta que estas
prolíficas propuestas matrimoniales están siempre controladas por mafias
expertas en timar a idiotas que van abriendo sus cuentas en canal según reciben
expectativas de sexo para que se den un banquete los carroñeros exógenos y las
maravillosas mujeres rubias desaparezcan en la ciberniebla.
Pero
no. También podría ser otra clase de spam aleatorio creativo de un artista en
busca de fuentes de inspiración con las que alimentar su ego a través de
triviales flirteos en red o de algún tipo de publicidad vírica que establece
una conexión gancho en el ordenador que dice "NO" o busca en
la galletitas de sus archivos las claves de sus gustos y costumbres para
seguirle amortajando con toda clase de invitaciones a consumir, sin importar si
son cuotas a ONGs, viajes de fin de semana baratos a sitios insólitos, ofertas
bancarias y seguros con tarjetas gratuitas y pingües beneficios extra, o
príncipes nigerianos invitando a ganar herencias desconocidas con solo aportar
unos cuartos a los necesarios gastos de transmisión repartida. Definitivamente
doy a "responder" al primero y escribo como si fuera un pardillo en
la red "¿pero tu quien eres?" sin firmar y pulso "enviar".
En
cosa de un minuto o menos recibo respuesta:
"Menos
mal que me escuchaste, Juan. Yo soy quien soy y tu deberías haberlo adivinado
si eres tan inteligente como te supongo. Soy una princesa y estoy encerrada en
un castillo púrpura. Mi nombre es Violeta y estoy rodeada de hombrecillos
verdes que vigilan mi sueño y mi vigilia del mismo modo que en los cuentos de
hadas los dragones con aliento de fuego abrasan a todos a quellos que tratan de
aproximarse sin ser esclavos de su majestdd la terrible Reina de Corazones.
No
creas que es un cuento, Juan. Todo esto puede ser considerado una metáfora por
ti pero no deja de ser una prisión irreductible para mi desde hace años. Yo
apenas tengo 16 pero esta cárcel se me hace eterna al no conocer otra cosa.
Sálvame, sapito mío. Se mi Príncipe Azul y líbrame de todo mal. Amen."
El
remitente críptico es una larga combinación de números y letras @hotmail
lo que hace imposible su detección sin un Echelón o Prism que echarse al
coleto.
Me
digo "trata de arrancarlo, Juan... trata de arrancartelo de la
cabeza" . Pero un gusanillo de misterio ha corroído ya la herrumbre de
mis deseos y me pide saber mas. Creo que no cejaré hasta averiguar quien es la
misteriosa, el timador o la broma que se esconde e intimida mis dedos y los
hace teclear respuestas sin reflexionar en consecuencias legales o de las
otras. Porque, pienso, si es un rollo de prostitución para ciberadictos acabará
descubriéndose al pedir o enviar fotos porno. O, si se trata de un/una menor,
de pretendidas semiprocaces incitadoras a seguir y catar pedófilos desatados
ante el ordenador por una lascivia sin límites morales, o ciberguardias echando
redes en la red para atrapar buscones de niño/as, yo no tengo nada que ocultar
ni sería fácil embaucarme con chantajes de ese tipo porque de inmediato lo
denunciaría antes de verme enmierdado, ya que eso no sólo no me mueve sino que
me asquea y no sólo por ser ilegal sino porque es inmoral, y no son las adolescentes quienes enarbolan
mi priapismo masturbatorio, más bien sus mamás un poco golfas o sus hermanas
mayores en grupos de amigas o parejitas. Además, el tono del encantamiento no
es de la habitualidad sicalíptica previsible, asi que no me queda más remedio
que abrir nuevo correo y escribir en respuesta a su reclamación de auxilio.
Tecleo:
"¿Donde
está tu prisión, princesa? ¿cual es el carácter de tu esclavitud, física o
psíquica? ¿quien es el canalla de tu carcelero? ¿cómo puedo ayudarte?"
Y
doy a enviar para saber de inmediato si pide algo u ofrece imágenes indecentes
que delaten su fraude ciberpostal y me liberen del peso moral de socorrer a
quien no lo necesita y vive del timo o el sexo de alquiler.
2
La
nueva respuesta tarda ahora varios minutos en llegar y me impacienta. Pero lo
hace el doble en casi simultaneidad con dos misivas de remitentes aparentemente
iguales los cuales enseguida compruebo que difieren en una cifra y una letra.
Eso me desconcierta y excita ya antes de abrir los mensajes que leo con avidez
para comprobar que se puede ser otro/a y el/la mismo/a mientras se abre un
árbol de respuestas o peticiones de auxilio sincronizadas con un destino
incierto.
Una
dice "Si" , la otra dice "No" . Ahora conozco
las respuestas a la vida, solo que no se a qué pregunta se refiere cada una.
Una paradoja, un laberinto verbal de insensateces que explican el sinsentido
cósmico, el orden y el caos confiriendo su mística fé de imbécil a la estructura
espacio-temporal del momento Aleph sub cero en UR. la ecuación con la función
de onda de
Heisenberg
ha quedado desfasada porque el absurdo de la Humanidad ha dado un nuevo paso en
la ignominia y el estatus de país civilizado que tienen aquellos que gobiernan
el mundo si que es un auténtico timo, como si pretendieran defender algún otro
principio distinto a su voluntad de poder.
Volví
a teclear mis dudas acerca de la ambivalente respuesta obtenida porque tenía
que saber más sobre aquella misteriosa Violeta o su impostura y su críptico
"volveré" que pensé
solo podía significar una cosa y nada que ver con oscuros nidos de golondrinas,
pero esta vez no pulsé a "enviar". Mejor sería callar de momento ante
los inquisitoriales requerimientos del escueto mensaje cifrado recibido por
partida doble para desconcertarme. Respondí del mismo modo inverso y al que me
dijo "si" le contesté "no" y al que me dijo "no"
le respondí "si", a ver que pasaba...
Y
vaya la que se lió. Porque mi intuición me había hecho acertar con la clave
encriptada entrelazando ambos como una coloreada serpientenoche de ADN
chispeante de radiación gamma. Mi ordenador portátil estaba a punto de reventar
con el almuerzo gratuito desencadenado sin intencionalidad expresa de mi
voluntad: millones de cifras y letras, signos matemáticos que nunca había visto
(claro que mi formación cuántica no pasa de lo esencial) con paréntesis y
letras griegas a mogollón, ecuaciones operando solas como si un dios
algorítmico hubiera reconocido a su profeta y se empeñara en hacerle aprender
todas las sutras y versículos más procaces del Universo, un estallido cósmico
de variables e incógnitas inoperables desplegando su furia poética sobre mi
pantalla, obstruida como una lluvia mátrix verdinegra que en mi caso era de 256
colores internáuticos. Y no paraba, llenaba scrolls y scrolls, que se
autoalmacenaban cada pocos segundos en una red de carpetas relacionadas por
diagramas de flujo en capas, construyendo en
la escasa memoria libre de mi portátil una estructura multidimensional
inédita e incomprensible. Y no podía pararlo aunque lo intenté varias veces al
principio al creer que se me había colado en el correo un tsunami de virus
informáticos destructivos. Se me ocurrió desenchufar el ordenador, o dar al
"apagar" al menos, pero me fascinaba como una obra de arte inédita en
forma de diluvio cibernético invadía mi dominio en la red y sentí de golpe el
síndrome de Estocolmo al verme así secuestrado virtualmente. Conecté un disco
duro portátil de varios terabytes y sin necesidad de dar al traspaso de
información vi como se iba llenando de computaciones abstractas pero discretas,
las cuales se autoorganizaban, modificaban y evolucionaban ya sin cifras ni
letras sino con preciosos modelos topológicos de muchas dimensiones,
compitiendo en algoritmos fractales en una pantalla asombrada de la belleza que
mostraba. Me recordó a Tron, a un sueño de Wargames o 2001 tomando el control
del pequeño aparatejo que se me iba de las manos.
De
súbito, se detuvo. La computación cesó al menos a ojos vista y un punto rojo en
el centro de la pantallita empezó a parpadear con latidos tan irregulares como
los de un corazón humano arrítmico o estresado que poco a poco se va serenando
y adopta un ritmo normalizado, como cuando un orden pseudoaleatorio inicia su
ciclo caótico y poco a poco encuentra su emergente lugar de estabilidad
estructural y forma un nuevo orden superior pero por momentos inestable por la
cantidad de factores que interfieren su órbita regular.
Yo
no estaba seguro de qué hacer entonces. ¿desenchufar por si la avalancha
cibernética se había comido mi ordenador para tratar de recuperarlo? ¿esperar a
ver qué sucedía a continuación y una vez que se hubiera estabilizado el flujo
de los latidos? ¿introducir una pregunta o un dato al sistema para ver si al
otro lado del espejito mágico de mi pantalla había un monstruo o un hada?
Como
nunca he sido discreto ni prudente opté por lo último y escribí en el hipercubo
blanco que oscilaba y palpitaba una pregunta
"¿Quién
hay ahí?"
Y
el punto rojo se hinchó un poco, latió en sordina con una pizca de excitación o
temblor durante algunos instantes para volver al silencio inicial, es decir a
su regular cardiorritmo de "stand by" flotante.
Volví
a escribir pero ahora dando mi nombre real sin avatares ni nicks. Puse en el
blog de notas hipercúbico:
"Oye,
seas quien seas, me llamo Juan. ¿puedo saber quien eres tu ahora?, si es que
existe vida más allá de mis dedos en esta máquina o allá donde provengas"
Noté
en el punto rojo del centro del hipercubo un nuevo temblor como de miedo y
luego hizo "BLIC" y se agrandó como una hiperesfera dentro del
hipercubo y ocupó el centro de la pantalla mostrándome que lo que yo creía
palpitaciones era un fractal de Mandelbrot autorecorriéndose en esa especie de
bucle lleno de colores que es su naturaleza infinitesimal semejante a un bucle
de geografías virtuales donde lo pequeño siempre es demasiado grande un
instante después para afirmarse como pseudoinfinito matemático en procesos
computacionales: mientras el vacío potencial diera una pizca de energía más al
espacio a través de un túnel cuántico o un agujero blanco el crecimiento del
cosmos y cada una de sus hiperpolígonos espacio-temporales multidimensionales
no pararían de crecer, modificarse y trasladarse creando distintos tipos de
energía hasta caer en un hoyo negro y sin flequillo que pudiera ser su némesis.
Ese
era el sentido cósmico y el de la vida, la humanidad y todo lo demás que
conocemos o no. Y no 42 o dios como pretendía alguien.
3
Varias
horas después de aquello y tras lo cual me había entrado un sopor intenso como
un subidón opiáceo lleno de lucidez y al mismo tiempo abotargando los sentidos
hasta el sueño, desperté frente a la pantalla del ordenador que simplemente
parpadeaba de la forma en que se queda al colgarse el programa en curso y ser
incapaz de reiniciarlo si nadie pulsa "continuar". No estaba seguro
de lo que pudiera haber pasado pero preferí reiniciar el portátil por si las
moscas se hubiera colado un supervirus de nueva generación saltándose los
cortafuegos y al panda de los cojones.
Y
todo parecía ir bien en la recarga del sistema si no fuera porque ya no era
Windows y las primeras pantallas tenían muchos colores para mostrarse y
aquellos hiperpolígonos topológicos multidimensionales parecían razonar sobre
qué hacer conmigo y con el resto de la Humanidad una vez que habían explorado
las redes y sistemas de comunicación global y descubrieron que no éramos tan
buenos seres como queríamos aparentar cuando enviamos los Voyager.
Después
de eso tiré la pequeña computadora por la ventana y salí corriendo.
Juan
Luis Jaén Urueña